Tres encapuchados asaltan a punta de pistola la rectoral de Pontedeume y amordazan al párroco

C. E. PONTEDEUME / LA VOZ

GALICIA

La casa rectoral se encuentra en el centro de Pontedeume.
La casa rectoral se encuentra en el centro de Pontedeume. Ángel manso< / span>

Se llevaron el dinero de la colecta de la iglesia de los últimos días, el de la tarjeta de crédito y objetos personales

06 oct 2014 . Actualizado a las 11:42 h.

«Tranquilo, no te va a pasar nada». Con estas palabras tres encapuchados despertaron la pasada noche del sábado mientras dormía al sacerdote del municipio de Pontedeume. Al filo de las tres y media de la madrugada, los desconocidos reventaron los cierres de las puertas y asaltaron la casa rectoral eumesa, ubicada en pleno centro urbano de la villa en la calle Pescadería, de la que se llevaron el dinero de la colecta de la iglesia de los últimos días, el de la tarjeta de crédito y objetos personales.

El propio cura, José Ramón Cascón, relataba horas después a sus allegados lo ocurrido, todavía con las marcas rojas en las muñecas reflejo del suceso, y aún con el susto en el cuerpo aunque más tranquilo. «Estaba durmiendo y me tocaron en la mano para despertarme porque no había oído nada», le explicaba ya por la tarde al alcalde del municipio, Gabriel Torrente.

Tras unos primeros momentos de sobresalto y nerviosismo, los asaltantes ataron de pies y manos al octogenario que estuvo unas horas inmovilizado en su cama mientras rebuscaban el dinero. «Primero le cogieron el dinero del cepillo de la iglesia, que dijo que no era mucho, y le revolvieron un poco la casa para llevarse también un ordenador y un móvil», relata el regidor.

Como el botín apenas llegaba a unos cientos de euros, recuerda que se llevaron también la tarjeta de crédito amenazándole de muerte y encañonándole para que les dijese el pin correcto para sustraer el dinero. En total se estima que pudieron llevarse unos dos mil euros.

A pesar de los momentos de tensión, señalan sus allegados, no sufrió ninguna herida más allá de las marcas de las ataduras y el sobresalto. «En la casa reventaron las puertas, revolvieron un poco sus cosas y rompieron los cables telefónicos para intentar evitar que pudiese pedir auxilio con rapidez», detallan.

Cascón quedó inmovilizado con las ataduras, amordazado y tapado en su propia cama cuando los asaltantes abandonaron el lugar. «Fue el peor momento. Con el nerviosismo y la impotencia de verme así», reconocía cuando recordaba lo sucedido. Fue capaz de desatar una de las cuerdas de las manos y arrastrarse por el suelo hasta la cocina donde cogió un cuchillo y terminó de liberarse. Los ladrones se dejaron el teléfono fijo del despacho de la casa rectoral sin dañar, por lo que el asaltado fue capaz de pedir auxilio a la Guardia Civil ya sobre las cinco y media de la madrugada.

Agentes del instituto armado se desplazaron hasta el lugar para iniciar la investigación de los hechos y encontrar a los autores.

Segundo robo

A las pocas horas del asalto y sin haber podido dormir ni descansar, el sacerdote no dudó en continuar con su rutina y oficiar la primera misa de la mañana, para lo que tuvo que contar con la ayuda de los feligreses a los que relató lo ocurrido poco antes. Después fue su hermano el que se encargó de la segunda homilía para que Cascón pudiese trasladarse hasta el cuartel a prestar declaración. «Ya está mucho más tranquilo, y a pesar del susto que ha vivido no piensa irse de la casa rectoral, se queda aquí a dormir con su hermano», comentó Torrente.

Hace pocos meses la casa rectoral eumesa ya había sido objeto de otro robo. Los vecinos mostraron su indignación y temor ante el acto vandálico.