Grados que no acaban de despegar y otros que vuelan solos

e. á. Santiago / La voz

GALICIA

01 oct 2014 . Actualizado a las 05:00 h.

A Medicina no hubo que cambiarle el nombre. Da igual que sea licenciatura, grado, o grado con máster, los estudiantes quieren estudiar una carrera eminentemente vocacional y profesionalizante. Quieren conseguir un título que permite que nadie que llegue a un hospital alegando que no tiene la titulación de Medicina pero sí un par de másteres relacionados, acabe consultando u operando. Lo mismo ocurre en Enfermería, que pese a sufrir los efectos de la crisis y estar más que multiplicada en los campus gallegos sigue sin ser una opción factible para los estudiantes que llegan tras hacer la selectividad en septiembre.

Otros grados, antes ingenierías, diplomaturas y licenciaturas, se han revisado, fusionado, reestructurado y cambiado de nombre. Aún así, no logran encontrar la fórmula. ¿Alguien se acuerda de las filologías? Ya quedan pocas en Galicia con ese nombre. Ahora son Estudos Lingüísticos, Lingua e Literatura, o Ciencias da Linguaxe. A excepción de las especialidades en lenguas modernas o la española, siguen llegando a septiembre con más de la mitad de las plazas libres. Lo mismo ocurre con la antes llamada Biblioteconomía o con algunas ingenierías.

El decreto 22/2011 de la Consellería de Educación ha establecido unos requisitos en cuanto a número de alumnos de nuevo ingreso, una norma que se aplica ya en el 2015 y exige 45 estudiantes de matrícula en el primer curso en los campus periféricos, y 50 en los principales. La Xunta suavizó posteriormente la norma, al permitir que las titulaciones que comparten al menos 90 créditos en los dos primeros cursos y plantel docente sumen su matrícula. Aún así, a la vista de las estadísticas de los últimos años, hay carreras en Galicia que no cumplirán los requisitos. ¿Qué hará la Xunta? ¿Permitirles una reformulación y que sigan sin alcanzar un alumnado mínimo? ¿Fusionarlas? ¿Convertirlas en titulaciones virtuales? Educación, en las etapas no universitarias y por lo tanto obligatorias, establece un número mínimo de estudiantes que ha provocado desde hace años el cierre de escuelas unitarias, garantizando eso sí la escolarización de los menores. En la universidad también urgen soluciones. Pragmáticas e imaginativas. No han tenido mala respuesta los grados simultáneos, así que es evidente que hay que encontrar alternativas.