Rianxo: de la fiesta al pavor

María Xosé Blanco Giráldez
m. x. blanco RIBEIRA / LA VOZ

GALICIA

Traca final en las fiestas de la Guadalupe, en Rianxo, con miles de bengalas encendidas.
Traca final en las fiestas de la Guadalupe, en Rianxo, con miles de bengalas encendidas. marcos creo< / span>

Decenas de personas tuvieron que ser atendidas por quemaduras y problemas respiratorios durante el tradicional espectáculo de bengalas de A Guadalupe

21 sep 2014 . Actualizado a las 05:00 h.

Si por algo son conocidas a nivel internacional las fiestas de la Guadalupe es por la traca final, la estampa que forman miles de personas, bengalas en mano, cantando al unísono A rianxeira. Pero, ese momento mágico que se vivió en la cuna de Castelao en la madrugada de ayer dejó un sabor amargo. Decenas de personas tuvieron que ser atendidas en el puesto de la Cruz Roja instalado en uno de los extremos del campo de la fiesta y algunas incluso fueron trasladadas al centro de salud de la villa. Dos eran los males comunes: pequeñas quemaduras y problemas respiratorios.

Todo parecía normal cuando las agujas del reloj enfilaban las dos de la madrugada. La plaza Castelao estaba llena -no tanto como en ediciones anteriores debido a los chaparrones que se sucedieron de forma intermitente durante la noche- y la orquesta Charleston interpretaba los primeros compases del ondiñas veñen e van. Los presentes, como es habitual, procedían al encendido de las bengalas para poner una nota de luz a la noche.

Dos son las versiones que definen lo que sucedió en los quince minutos siguientes. Para muchos, la fiesta continuó sin incidencias, pero un nutrido grupo de personas se vieron inmersas en una pesadilla. Relatan que en la parte central de la gran carpa que se instaló en la plaza empezó a acumularse tanto humo que era imposible ver nada y, lo que es peor, se hacía complicado respirar. Se calcula que bajo este toldo que tapaba solo la parte superior de unos 540 metros cuadrados de superficie, dejando al descubierto los cuatro laterales, se concentraban unas 2.500 personas; la mayoría, con una o más bengalas prendidas.

La pólvora, en el punto de mira

El denso humo está sin duda detrás de los problemas respiratorios por los que tuvieron que ser atendidas algunas personas, pero determinar la causa de las quemaduras es más complicado. Algunos lo atribuyen a la falta de visibilidad, pero son muchos los que ponen en duda la calidad de las bengalas. Aseguran que la forma en la que se quemaban no era la habitual: «Nada más encenderlas hacían una pequeña explosión, luego se consumían rápidamente y desprendían una cantidad de humo fuera de lo normal». Hay incluso quien apunta que ya en el momento de prender la barrita, esta abrasaba los dedos.

Personas que se encontraban en el exterior de la carpa y en zonas alejadas de la plaza Castelao, como el paseo marítimo o la rúa de Abaixo, constataron también que en estos puntos se acumuló una cantidad de humo mayor de lo que es habitual. Algunos relacionan las quemaduras con la falta de visibilidad. «Nós estabamos no borde da carpa pero, cando se encenderon as bengalas, acumulouse moitísimo fume. O meu fillo, de 12 anos, queimouse porque non se vía nada», comentaba un testigo.

Derivación al Clínico

Independientemente de la causa, lo cierto es que unas sesenta personas tuvieron que ser atendidas en el puesto de Cruz Roja instalado en la entrada del campo de la fiesta, que funcionó a modo de hospital de campaña. De ellas, diez fueron derivadas al centro de salud de la villa y una, al Clínico de Santiago para, por precaución, que valoraran allí el alcance de las quemaduras.

A la espera de analizar lo ocurrido, atar cabos y extraer conclusiones, desde el Concello de Rianxo atribuían ayer lo ocurrido a un cúmulo de factores: la humedad reinante, la ausencia total de viento, la instalación de una carpa por vez primera en esta fiesta y la calidad de las bengalas que muchos presentes pusieron en entredicho.

Por la parte que le toca directamente al Ayuntamiento, la colocación del toldo a la que se dio luz verde, el alcalde, Adolfo Muíños, explicó que se tomaron medidas para garantizar la seguridad, como dejar todos los laterales abiertos y espacios de entre 25 y 30 metros de ancho en todo el perímetro. El regidor destacó también la rapidez y eficacia de los servicios de emergencia.

El proveedor de siempre

La comisión organizadora de las fiestas de la Guadalupe, que es la encargada de distribuir las bengalas, aseguró a través de las redes sociales que las varillas fueron adquiridas en la misma empresa pirotécnica a la que se recurrió en años anteriores. Eso sí, pone el dedo acusador en estos artículos: «A carpa puido axudar a concentrar o fume, pero non é normal que as bengalas fumeguen tanto, coas de sempre non tería habido problemas».

De alguna manera, desde esta comisión se entona el mea culpa: «Inexplicable e inexcusable o das bengalas. En 20 anos non pasara nada similar e por suposto non pode volver a ocorrer».