La Justicia obliga a un padre a dar 400 euros de pensión a su hija de 30 años

alberto mahía A CORUÑA / LA VOZ

GALICIA

La Audiencia de A Coruña no ve «parasitismo social» en que ella no trabaje

19 sep 2014 . Actualizado a las 13:33 h.

Padre e hija no se ven desde que ella tenía 6 años. A esa edad, sus padres se separaron y nunca más mantuvieron contacto. Si se tenían algo que decir, lo hacían a través de sus abogados. El hombre pagó su manutención desde entonces hasta que la chica cumplió los 18 años. A esa edad, la joven vivía de la pensión de orfandad que le otorgaron tras el fallecimiento de su madre, pero se la retiraron al cumplir los 22, que es lo que marca la ley. Fue entonces cuando ella presentó una demanda de petición de alimentos en los juzgados coruñeses en la que le reclamaba a su padre una pensión, pues la necesitaba al estar cursando estudios universitarios en otra ciudad. Una sentencia obligó entonces al padre a pasar a su hija una pensión de 500 euros.

Pero el año pasado, el hombre se presentó en los juzgados solicitando la suspensión de la paga al entender que su hija ya había terminado sus estudios universitarios, tenía trabajos esporádicos y había heredado. Además, el padre expuso que entre él y ella no existía relación alguna, por lo que no entendía que tuviera que continuar sustentándola económicamente.

La mujer, que reside en A Coruña, respondió a la demanda alegando que no tenía independencia económica pese a tener acabados sus estudios universitarios. Explicó que estaba haciendo cursos, que en su trabajo como administrativa le pagaban 563 euros, así como que había tenido muchos gastos, pues se compró un coche que tenía que pagar y alquiló un piso. Por todo ello, a través de su abogada, solicitó dos años más de manutención.

El juzgado le dio la razón a ella y obligó al padre a pasarle 400 euros. El fallo lo ratificó la Audiencia, que argumentó que en los tiempos de crisis que corren en la actualidad «el que una persona de 30 años que haya acabado la Universidad y no trabaje no puede considerarse parasitismo social». Y pone el ejemplo de todos esos matrimonios con hijos que tienen que volver a casa de sus padres para poder subsistir. Otra cosa sería en 2001, «cuando sí había oportunidades».