Sálvora recupera sus hórreos

Ana Gerpe Varela
a. Gerpe RIBEIRA / LA VOZ

GALICIA

monica ferreiros

La ruta por los rehabilitados graneros de la isla es la más demandada por los visitantes

13 sep 2014 . Actualizado a las 11:58 h.

Deshabitada su aldea desde 1970, Sálvora, en el municipio de Ribeira, es una isla de leyenda y gloriosa historia, la de sus antiguos moradores, que en 1921 se comportaron como héroes para rescatar a los náufragos del vapor-correo Santa Isabel, hundido frente a sus costas la madrugada del 2 de enero. De aquel pueblo de agricultores y pescadores quedan sus construcciones, casas, hórreos, lavaderos, restos de molinos y una antigua fábrica de salazón, que, hasta ahora olvidados, han resistido al envejecimiento y a los temporales. El establecimiento de rutas ha convertido la isla en un atractivo turístico de primera magnitud, lo que ha llevado aparejada la realización de trabajos de rehabilitación de sus señas de identidad. Primero se restauró el almacén de salazón y, ahora la Xunta acaba de concluir la recuperación de su media docena de hórreos.

Los graneros vuelven a tener tejado, los elementos de madera se han reconstruido con carballos y también se han consolidado las partes pétreas, que estaban muy dañadas. Usuarios de la asociación de personas con discapacidad Amicos se han encargado de ello. Las seis estructuras están próximas a la aldea y forman parte de una nueva ruta guiada que ya se ha convertido en la más demandada por los visitantes foráneos, a los que les encanta sacar instantáneas junto a estas construcciones típicas.

De entre todos los hórreos uno llama poderosamente la atención por su tamaño, mucho mayor que los otros y, además, se encuentra en un entorno empedrado. Se cree que era propiedad de la casa del marqués, dueño de Sálvora hasta que fue adquirida por el Estado.

Cuatro hórreos rendirán tributo a las cuatro heroínas de Sálvora, mujeres que se lanzaron al mar en sus embarcaciones para ayudar a los náufragos del Santa Isabel, y llevarán sus nombres: Cipriana Crujeiras, Josefa Parada, Cipriana Oujo Maneiro y María Fernández Oujo. El recorrido que permite contemplar los graneros también tiene parada en la antigua aldea, otro de los encantos de este pequeño espacio, incluido en el parque nacional Illas Atlánticas.

Las viviendas

La aldea está formada por un puñado de casas que, debido a la falta de cuidados, se encuentran en estado ruinoso. Tres han sido ligeramente acondicionadas, aunque para ello ha sido preciso sacar el tejado, parcialmente destruido. Ahora, por lo menos, los visitantes pueden acercarse a ellas e incluso entrar sin temor a que les caiga encima un cascote. Se retiraron los escombros y se limpiaron los tradicionales hornos de piedra. Uno de ellos hasta funciona. También se adecuó un lavadero. El adecentamiento de las construcciones permitió recuperar numerosos objetos utilizados por sus ocupantes, y que estaban sepultados bajo los restos de las cubiertas que se habían desprendido. Todos estos objetos han sido debidamente colocados para ser contemplados por los visitantes.

El pasado invierno fue especialmente duro para las edificaciones, cuyos daños se incrementaron exponencialmente. La intención de la Administración autonómica es continuar con estos trabajos de rehabilitación.