«Dos ángeles aparecieron en el agua y me sacaron, si no estaría muerto»

Monica Torres
mónica torres A GUARDA / LA VOZ

GALICIA

XOAN CARLOS GIL

Iba a ser una jornada tranquila de playa que el destino convirtió en una peligrosa odisea de la que consiguieron salir

12 sep 2014 . Actualizado a las 15:00 h.

Los héroes que salvaron la vida de un hombre de Tui que se cayó al mar mientras pescaba en A Guarda el miércoles por la tarde se llaman Antonio Pena Lomba y Saray Pena. Padre e hija habían ido ese día a Camposancos. Iba a ser una jornada tranquila de playa que el destino convirtió en una peligrosa odisea de la que consiguieron salir en una contrarreloj mano a mano.

También la de Nicanor González, de 74 años, que, como otras veces, lanzó el sedal de su caña en O Puntal. La suerte le puso cerca esa tarde a una socorrista profesional, monitora deportiva de la piscina municipal, y a su padre, un veterano marinero que hoy puede celebrar con ella su 51 cumpleaños. La dificultad que entrañó el rescate pese a la experiencia que acumulan padre e hija evidencian el peligro al que se enfrentaron los tres el miércoles.

«Dos ángeles aparecieron en el agua y me sacaron para arriba, si no, yo estaría muerto», confirmaba ayer tarde Nicanor tras recibir el alta médica. Le faltan palabras de agradecimiento, «porque me han salvado la vida y eso no se olvida jamás». Ya en su domicilio de Rebordáns, recuerda que llegó a despedirse. «Estaba consciente y, cuando me agarró Antonio, le dije unas palabras para que las transmitiera a mi familia, eran un adiós».

«Sé nadar, pero poco»

El propio Nicanor pudo contar cómo la marea lo sorprendió en la roca y ya no pudo salir. «Cuando me di cuenta ya tenía el agua encima y sé nadar, pero poco; le debo todo a las personas que me ayudaron, son formidables». Antonio Pena y Saray tampoco se han podido quitar el susto de encima.

Sus vecinos y conocidos le mostraban ayer un agradecimiento que ellos recogían con humildad; les va a costar tiempo superar lo vivido.

La propia Saray reconocía el impacto 24 horas después del rescate. «Pasamos mucho miedo y aún no hemos sido capaces de dormir bien», dice. Es monitora deportiva y profesora de natación desde hace siete años. Hasta tres días antes del suceso, trabajó también como socorrista en esa playa. «Nunca me había visto en una situación así; aún no soy consciente de lo que ha pasado».

Fue una lucha titánica con las mareas más altas del año. «No creo que vuelva más a la playa por ahora, creo que voy a esperar algunos días porque aún tengo miedo», explica. Saray advirtió el peligro antes de que el hombre cayera al mar.

«Al llegar a la playa, mi hija ya me hizo fijarme en él; me decía que estaba en un lugar muy peligroso», relataba ayer Antonio Pena. Dos minutos después, explica, «me gritó que el hombre ya había desaparecido». Antonio se tiró al agua. «Fui chillando y nadando hasta él para que me escuchara, sin saber que detrás venía un ángel», recuerda. No sabía que su hija también se había tirado con él, «porque yo le dije que se quedara en tierra». Antonio y Nicanor se encontraron cerca de una roca a más de cien metros de la costa. «Tranquilo que ya estamos aquí, y no va a pasar nada» le repetía a la víctima. Padre e hija consiguieron alcanzar otra roca más segura llevando al hombre consigo durante algunos metros más. «Lo llevamos agarradito, lo sentamos en la piedra y allí esperamos tres cuartos de hora», explica Antonio Pena. Pasado ese tiempo, los evacuó el Helimer 215.