«Véxome obrigado a atopar unha alternativa para a miña nai»

La Voz

GALICIA

05 ago 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

La madre de Marcelino lleva ingresada en una residencia privada una década. En aquel momento lo hizo a través del denominado cheque asistencial. Del centro solo puede decir que la dedicación del personal es envidiable «pola súa implicación afectiva e os coidados». Cuando en el año 2012 desaparece el cheque asistencial con la ley de dependencia, y se sustituye por los programas individualizados de atención, se suprime también el convenio de la Xunta con las residencias. Desde ese momento, a la madre de Marcelino le conceden 648 euros al reconocerle un grado de dependencia grado II en el primer nivel, lo que obliga a Marcelino ya a poner una cantidad a mayores porque la pensión de su madre -632 euros en ese momento-, junto a la ayuda de la dependencia, no cubren el precio total del centro.

Durante este proceso Marcelino también solicitó una plaza en una residencia pública, que acabaron concediéndole en un centro de la provincia de A Coruña, pero la buena integración de su madre, tanto a nivel de amistades como de control de medicación, alimentación e higiene, hicieron que Marcelino decidiese mantenerla en la residencia en la que tan adaptada se encontraba.

Con la misma dinámica siguieron hasta que actualmente se le comunica a la residencia, empleando el nombre del residente, «non á familia, neste caso a min», que desde el 1 de julio la ayuda sería no de 648 euros, sino de 279,93 euros mensuales, «neste momento -insiste este profesional del ámbito educativo- resulta imposible afrontar este recorte e véxome obrigado a atopar unha alternativa para miña nai na que estou volcado».

Patrimonio «sen definir»

¿Y por qué se recorta la ayuda a la dependencia tras la reforma del Gobierno de Rajoy? En la carta que recibió Marcelino, debido a un patrimonio que el documento califica «sen definir», lo que le ha llevado ya a presentar una reclamación en la Administración para que le expliquen cuáles son esas propiedades «sen definir». Porque el patrimonio inmobiliario de su madre son fincas, es decir, que la capacidad de liquidez para afrontar el recorte en las ayudas es prácticamente nula.

Hijo único además, Marcelino lamenta que cuando solicitó una mediación por parte de la Administración, la respuesta que obtuvo fue que esas eran las leyes del mercado, por lo que no podían intervenir, «unha frase moi desafortunada por parte da Administración: trátase de seres humanos, non de mercadoría», concluye este docente, quien afirma que «non quixera que agora no treito final da súa vida, miña nai volvera a pasalo mal».