«Me tuve que jugar la vida a una carta. Nadie daba un duro por mí»

Cándida Andaluz Corujo
Cándida Andaluz OURENSE / LA VOZ

GALICIA

MIGUEL VILLAR

El parapentista gallego que recorrió 500 kilómetros de hospital en hospital tras caer a 400 metros de la frontera con Portugal se recupera en Ourense

30 jul 2014 . Actualizado a las 13:40 h.

«Aquí estoy. En pie». El pasado 16 de marzo el ourensano Aser Gil comenzó un viaje de 500 kilómetros en ambulancia tras estrellarse con su parapente en suelo portugués, a unos 400 metros de la frontera con Galicia. Cuatro meses después, recordando su periplo por cinco centros hospitalarios de Portugal y Galicia, Aser empieza a recuperarse de sus secuelas físicas consciente de que las psíquicas pueden aparecer en cualquier momento. Hace una semana que comenzó a andar, que dejó la silla de ruedas. «Cuando llegué a Ourense me dijeron que sería cuestión de meses. Mi forma física me ayudó», dice. Atrás quedó la operación vital, de corazón, que le hicieron en el hospital de Vilanova de Gaia, casi 24 horas después del accidente y tras pasar por los hospitales de Chaves y Vila Real. La espera a las puertas del Meixoeiro de Vigo y su traslado al Xerais, en donde permaneció en la uci nueve días. Su posterior traslado a Ourense para recuperarse y su última operación en Sevilla para reconstruirle la pelvis. Un periplo que tiene su origen en una pesadilla burocrática que impidió que el 16 de marzo fuera trasladado directamente desde el lugar del accidente al hospital de Ourense, a 60 kilómetros de la sierra de Larouco, en donde cayó.

«Recuerdo perfectamente cómo fue el accidente. Cuestión de segundos. Después no perdí el conocimiento en ningún momento, pero solo estaba pendiente del dolor que tenía. Esperaba que pasara lo más deprisa posible», relata para explicar la situación de desesperación que vivió su mujer, a su lado en todo momento, para conseguir que Aser fuera atendido cuanto antes. «Me jugué mi vida a una carta. Nadie daba un duro por mí. En ninguno de los hospitales por los que pasé», relata. Sobre los kilómetros recorridos y el peregrinaje de hospital en hospital en Galicia y Portugal dice: «Al final es un tema administrativo. Me imagino que esta situación la habrán vivido más personas, en algún accidente de tráfico, por ejemplo. Es algo que se soluciona solo con interés». El helicóptero del 112 de Ourense no pudo rescatarle al no tener permiso para sobrevolar cielo portugués (Aser estaba a 400 metros de España), el médico del hospital de Verín, que tiene un acuerdo transfronterizo con Chaves, no quiso hacerse cargo de Aser debido a la gravedad de sus lesiones y en Vigo decidieron trasladarlo a Ourense al considerar que el paciente no era de su área de influencia. Un sinfín de fatalidades que hoy relata con incredulidad. «Mi mujer se encontró muros y muros. Estaba muy enfadada y afectada. Es lo de siempre. Se debe atender a una persona que está mal. Luego ya veremos quién paga o quién se hace responsable, pero la persona es lo primero».

Dice que su vida no ha cambiado en nada aunque supone que las secuelas aparecerán con el tiempo. «Nunca he tenido miedo, sí respeto. He sido consciente de lo que hacía y ahora lo que más quiero es recuperar el tiempo con mi familia», explica con la voz entrecortada. Perdió 15 kilos desde el accidente y ahora se afana en recuperar los seis que le quedan. Su día a día se centra en su recuperación total. Aser Gil tiene más de veinte años de experiencia con el parapente. Es más que un deporte. Una forma de entender la vida. «Nunca lo he dejado de lado. Estoy pendiente de todas las competiciones y en contacto con la gente que hace parapente», explica. Sin embargo no sabe cuándo volverá a volar: «Ahora mismo no me lo planteo, aunque tengo claro que por lo menos tendré que estar igual o mejor que antes del accidente». Aunque el físico está a su favor, sabe que aún le quedan muchos kilómetros.