Una autovía entre nubes

Miguel Cabana
miguel cabana LUGO / LA VOZ

GALICIA

El tramo de la A-8 entre Mondoñedo y Abadín, a 700 metros de altura, permanece nublado casi la mitad del año. La visibilidad llega a ser de menos de diez metros

27 jul 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

La orografía y la climatología de las montañas de Mondoñedo son un auténtico infierno. Rampas y pendientes muy inclinadas bajo las cuales se asientan rutas calcáreas llenas de agua como las Covas do Rei Cintolo, que están casi literalmente debajo del lugar donde ayer se mascó la catástrofe. Ese terreno de grandes cavidades plagado de fuentes y acuíferos genera una gran riesgo para cimentar con seguridad la plataforma y los viaductos de una autovía. En los primeros proyectos de la A-8 por esa zona, el trazado discurría más bajo que el actual, más próximo al fondo del valle de Mondoñedo. Pero los técnicos consideraron que no había suficiente seguridad por esa inestabilidad del terreno, y se decidió cambiar el trazado buscando una zona más consistente. Precisamente por estos cambios de trazado, las obras se retrasaron varios años y los dos últimos tramos de la A-8, entre Mondoñedo y Abadín, se abrieron en febrero pasado.

Buscando terrenos seguros, los técnicos se decidieron por el trazado actual, que es el más elevado de todos los posibles. Para ser exactos, se puede decir que la autovía en la zona de Mondoñedo va entre nubes. Y es que la autovía está literalmente construida sobre los montes Padornelo y O Fiouco, que rondan los 700 metros de altitud. El viento nordés que sopla habitualmente desde el Cantábrico hacia tierra cargado de la humedad del mar, atraviesa en pocos minutos los escasos 20 kilómetros que separan las playa de As Catedrales de esos montes. Y cuando el viento tropieza con esa cordillera de los 700 metros, las nubes más bajas se quedan frenadas en dichas montañas.

Por eso cuando se construyó por ese lugar la autovía, se la estaba metiendo literalmente en una zona de nubes. Luego, dependiendo de las variables climáticas, las nubes estarán más o menos altas, y en el trazado de la autovía los conductores dirán que hay niebla o una nube casi en completa oscuridad.

Por eso los conductores aseguran que hay niebla uno de cada dos días, y tan espesa que parece anochecer en pleno día. En esos momentos, los coches están circulando por el interior de una nube, que si es lo bastante densa, puede llegar a ocultar por completo la luz del sol.

Ayer explicaba una conductora de Mondoñedo que hace pocos días una turista se asustó tanto que se sintió indispuesta por la oscuridad y no fue capaza de seguir conduciendo. Aparcó el coche y llamó al 112, para que la fuesen a socorrer. Los agentes de la Guardia Civil tuvieron que conducirle el coche, porque ella no podía.

Los propios trabajadores de mantenimiento de carreteras de la zona explicaban ayer que cada vez que les llaman para limpiar o realizar algún trabajo en la autovía cuando hay niebla, acuden atemorizados. «Porque os coches non nos ven hasta que están a cinco metros de nós. Da medo traballar nesa situación de risco», explicaban.

La situación meteorológica de esa zona ha sido conocida desde siempre, porque incluso la vieja carretera N-634 fue una auténtico punto negro, a pesar de discurrir a menor altitud. La larga bajada de once kilómetros desde Abadín hasta Mondoñedo era temida por las constantes muertes y accidentes. Los vecinos de la zona recuerdan el famoso accidente que dio la vuelta a España de un matrimonio que se despeñó por uno de esos barrancos y quedó en una zona oculta. El conductor falleció en el acto y su esposa quedó aprisionada bajo el coche y nadie la pudo encontrar en tres días, durante los cuales sobrevivió bebiendo agua que podía recoger gracias al cuenco del cenicero, junto al cadáver de su marido, en mayo del 92. O el autobús de coreanos que se precipitó por los barrancos de Mondoñedo. Dos murieron y hubo 12 heridos, en el 2005.