El juez ve imposible el asesinato de Asunta sin la participación de Basterra

José Manuel Pan
José Manuel Pan REDACCIÓN / LA VOZ

GALICIA

Taín dicta el auto de apertura de juicio oral en el que apunta que la muerte de la niña, «por un plan conjunto», colocaría a Rosario Porto definitivamente en manos de su ex TODA LA INFORMACIÓN DEL CASO

22 jul 2014 . Actualizado a las 19:12 h.

El 21 de septiembre del 2013, Alfonso Basterra y Rosario Porto comieron con su hija Asunta, de 12 años, en el domicilio del padre, en la calle República Argentina de Santiago. «Puestos de común acuerdo, y con la intención de acabar con la vida de la niña, le suministraron una cantidad del medicamento indicado [loracepam] necesariamente tóxica, para posteriormente, cuando hiciera efecto, asfixiarla». El juez José Antonio Vázquez Taín plasma así sus sospechas y las de los investigadores de la Guardia Civil en el auto de apertura de juicio oral contra los padres de Asunta, a quienes considera autores de la muerte de su propia hija y a los que mantiene en prisión ante el riesgo de fuga. Poco después de las seis de la tarde de aquel día, Rosario Porto, «siguiendo un plan acordado con Alfonso», se llevó a Asunta a la finca de Montouto, en Teo, en su Mercedes. Según el juez, «en un momento comprendido entre que fue llevada a Montouto y las 20 horas, la asfixiaron por medio de la compresión que le aplicaron sobre la boca y la nariz. Durante el proceso de sofocación, sufrió náuseas y vómitos».

Un plan premeditado. El crimen «no responde a un acto espontáneo, sorpresivo o repentino». El juez considera que «el asesinato responde a un plan premeditado, ejecutado de forma gradual y que resulta imposible sin la participación, o al menos el consentimiento, de ambos imputados».

Imposible al margen de Alfonso. El auto destaca que Rosario Porto está «subyugada» a Alfonso. «Tal situación de preeminencia hace que sea imposible concebir el asesinato de Asunta al margen del imputado Alfonso». Ese convencimiento de los investigadores se repite en varios episodios del auto, en el que se apunta que son dos personas las que intervienen el día del crimen.

En el coche podría ir Basterra. Las cámaras de seguridad captaron el Mercedes 190 que conducía Rosario Porto en dirección a Teo. En el asiento del acompañante viajaba Asunta. Señala el auto que «al menos Rosario y Asunta suben juntas a Teo». Taín explica que dice «al menos, pues las cámaras no son claras respecto al asiento de atrás del vehículo, y podría ir Alfonso».

La última comida. Entre las 14 y las 17.15 horas del sábado 21 de septiembre del 2013, los dos imputados comen con su hija. Después, Asunta sale del piso en dirección a la casa de la madre, en la cercana calle Doutor Teixeiro. Rosario sale después, pero no va a su piso.

Alfonso evitó las cámaras. Pese a que siempre negó haber salido de su piso, Basterra fue visto la tarde del crimen en la calle. «Hay una prueba directa de una testigo totalmente creíble», una mujer que pasó por el lugar y lo vio, sobre las 18.20 horas. Sin embargo, él no aparece en ninguna imagen de las 37 cámaras de seguridad intervenidas por la Guardia Civil. «Ha de indicarse que Alfonso sí trató de evitar dejar indicios». Cree el juez Taín que Basterra «salió de casa evitando las cámaras de seguridad y trasladó a Asunta hasta el vehículo que Rosario sacaba del garaje».

Dos asesinos en la casa de Teo. Los indicios recogidos en el auto apuntan a la presencia de dos personas en el lugar del crimen, la casa de Teo. La niña fue atada por una persona que usaba guantes, y hubo al menos dos pares de guantes esa tarde en la habitación, «lo que es indicativo de dos intervinientes». La hora, la cuerda, los papeles húmedos con ADN de Rosario y de Asunta, y el lugar donde apareció el cadáver, a cuatro kilómetros de la casa, «todo indica que Asunta fue asesinada por dos personas en la habitación de Teo».

El cadáver no fue arrastrado. El examen científico de dos agentes de la Guardia Civil, «que recorrieron la casa de rodillas, no detectó que la menor fuese arrastrada, luego alguien debió ayudar a Rosario a mover el cadáver».

Asunta, en la casa. Rosario dijo que su hija no llegó a entrar en la casa de Teo cuando ambas fueron por la tarde a la finca. Pero para el juez, «los papeles hallados en la papelera que resultaron tener ADN de Asunta y Rosario estaban húmedos, por lo que necesariamente Asunta estuvo esa tarde en la casa».

Movimientos imposibles. Rosario ofrece una versión de sus movimientos que, una vez comprobados mediante reconstrucción judicial, «resultan imposibles», dice el instructor, que añade sobre lo que dice Rosario Porto: «La versión ha de ser rechazada».

«Nadie olvida dónde dejó un hijo por última vez». El juez insiste en las contradicciones de Rosario: «El hecho de que no sea capaz de exponer siquiera dónde dejó a la menor también es un indicio claro de que miente». Taín es contundente: «Nadie olvida donde dejó a un hijo por última vez».

«El indicio cuerda». Los tres trozos hallados junto al cadáver, y presuntamente utilizados para atar a la niña en vida, «coinciden en composición química y tintado, con el trozo hallado en la papelera, y con la bobina hallada en la despensa de Teo».

Ingesta forzada. «Todo indica que la ingesta forzada de tóxicos se produce en presencia de ambos progenitores, y como en anteriores ocasiones, se produce en la vivienda de Alfonso», sostiene el auto, que enumera varios episodios en los que Asunta fue drogada presuntamente por sus padres. Ellos no reaccionaron, dice el juez, ante episodios «directamente conectados con su asesinato, pero acaecidos en distintos momentos». Eso, y su posterior comportamiento, incluso tras la muerte de la niña, «constituye un indicio de su mutuo acuerdo y participación en el crimen».

75 pastillas en 12 días. Los días 9, 22 y 23 de julio, y 17 y 18 de septiembre, «Asunta presenta síntomas claros de haber sido intoxicada, supuestamente con loracepam». El auto del juez Taín añade que esos episodios de intoxicación coinciden con las noches que pasó Asunta en el domicilio de su padre. «Es sospechoso -dice el juez- que las adquisiciones de loracepam por Alfonso coincidan con las fechas en las que la menor apareció con síntomas de intoxicación». Y añade que «es sospechoso que necesite 75 pastillas en 12 días y luego no vuelva a necesitarlas, según su defensa, hasta dos meses después».

La niña se resistió. La autopsia estableció que la muerte de Asunta fue por sofocación, por oclusión de los orificios respiratorios de la pequeña, con un objeto blando o deformable. Pero no se produjo de forma rápida y constante, sino con interrupciones, «debidas a la posible resistencia de la víctima». Fue una resistencia muy leve por la acción del loracepam y de las ataduras «que eliminaban su capacidad de defensa».

El ordenador de Basterra. Taín asegura que el ordenador de Basterra fue manipulado antes de que fuese dejado en el piso, en el que no estaba en los registros anteriores. En cuanto a su contenido, el juez indica que «es bastante comprometedor, y que en base al mismo, cobran relevancia otros indicios que se trataron discretamente». Se refiere a que Basterra «no ha explicado todavía cómo, si en su vivienda Asunta no tenía más que un cepillo de dientes y unas zapatillas, se encontraban sobre la mesilla, y no colgados del armario, los trajes de ballet de la pequeña». Y otra pregunta: «¿Por qué su ADN estaba en la braga de la menor?». Añade el juez que « otros indicios, en esa misma dirección, habrán de ser tratados en el plenario».

Maltrato a Rosario. A Rosario «cualquier gestión doméstica le suponía una carga de estrés insoportable». Descargaba toda gestión en Basterra, «y a eso ha de añadirse la dominación, sobre todo psicológica, que Alfonso había adquirido sobre Rosario, de tal modo que esta llegaba a consentir el maltrato físico, si bien este era esporádico». El auto se basa en el informe pericial psiquiátrico de Rosario Porto.

Maquiavélico Alfonso. El juez relata que en el 2013, al conocer la infidelidad de Rosario, Alfonso no reacciona de forma inmediata: «En un proceder maquiavélico, se acopia de información antes de reaccionar, y para no dar opción a Rosario de réplica, no actúa hasta que lo cree saber todo». El auto dice que él sabía que Rosario tenía otra relación y se sentía humillado. El auto apunta que «la desaparición de Asunta, de forma violenta y por un plan conjunto, colocaría a Rosario en sus manos definitivamente, y le aseguraría el sustento económico del que carece».

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