Las universidades gallegas, en contra de las tasas de 9.000 euros anuales

Sara Carreira Piñeiro
Sara Carreira REDACCIÓN / LA VOZ

GALICIA

En Galicia hay más de 60.000 estudiantes en las tres universidades del la comunidad, que pagan unos 900 euros anuales por la matrícula sin repeticiones.
En Galicia hay más de 60.000 estudiantes en las tres universidades del la comunidad, que pagan unos 900 euros anuales por la matrícula sin repeticiones. paco rodríguez< / span>

Apuestan por la financiación pública en el debate que quiere abrir el ministro Wert

14 jul 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

El debate de la financiación universitaria está sobre la mesa. En junio sacaron el tema la secretaria de Estado de Educación, Montserrat Gomendio, y el ministro, José Ignacio Wert. Ambos defienden tasas de matrícula más caras, que se abonarían bien a través de becas, de préstamos blandos concedidos a los alumnos o simplemente gracias al pago de las familias de esos estudiantes.

Preguntados los tres rectorados gallegos, hay unanimidad: es cierto que se necesita una reforma universitaria, incluida la cuestión de la financiación, pero en ningún caso se pueden disparar las tasas porque la universidad debe ser asumible para todos los estudiantes que académicamente lleguen a ella. Estas son algunas cuestiones que se plantean a partir de todo lo anterior:

¿Qué propone el ministerio?

Gomendio y Wert plantean el debate, no la imposición de un cambio de filosofía. Por tanto, digamos que sientan las bases sobre las que discutir, pero dejan entrever que el análisis se hará sí o sí. La idea es que sean los alumnos -o sus familias- los que paguen el grueso del coste de la plaza, ya que son ellos los que reciben los beneficios económicos de tener un título universitario. Para el equipo de Wert, no tiene sentido que una persona que no envía a sus hijos a la universidad le pague la matrícula a otra familia que, tal vez, tiene muchos más ingresos. Se escuda el ministro en los problemas de financiación de las universidades y, como dijo la secretaria de Estado de Educacion, Montserrat Gomendio, «la educación no es gratuita» [la paga el Estado, es decir, todos], por lo que el debate debe centrarse en «quién paga, cómo y cuándo».

¿Cuánto abona una familia ahora por un curso universitario?

La universidad está subvencionada por el Estado y cada rectorado puede elegir entre cobrar del 10 al 25 % del coste de la plaza. Se calcula que cada una supone unos 9.000 euros, por lo que el estudiante pagará entre 900 y 2.300. En toda España se paga la primera cantidad, excepto en las universidades de la comunidad de Madrid y Cataluña, que se acogen al máximo permitido y el abono ronda los 2.300.

Las familias con ingresos bajos no tienen que pagar nada de matrícula -el seguro escolar y poco más- pero cuando trabajan los dos progenitores es fácil superar esta renta mínima de becas, que, a modo de ejemplo, tiene como límite los 40.000 euros brutos anuales para una familia de cuatro miembros.

¿Qué modelo quiere seguir el ministerio?

Tanto Gomendio como Wert hablaron del modelo británico, que en el 2010 pasó de una matrícula subvencionada a una de pago íntegro, triplicando el coste del curso y provocando disturbios en las calles. Para paliar los problemas sociales se reforzó el programa de becas y el de préstamos universitarios a bajo interés. Gomendio, de hecho, apuntó que en el hipotético caso de optar por este sistema, los alumnos pagarían siempre que ganasen un mínimo (en Reino Unido, 25.000 euros brutos al año).

¿Cuál es el sistema mayoritario en Europa?

La vicerrectora de Estudiantes de la Universidade de Vigo, Dolores González, recordaba que el caso de Reino Unido es casi único en Europa, ya que la práctica totalidad de los países tienen tasas universitarias muy asequibles, cuando no totalmente subvencionadas, con programas de becas complementarios además. Por su parte, el rector de A Coruña, Xosé Luís Armesto Barbeito, recuerda que «o sistema de préstamos reintegrables, estendido no Reino Unido e nos Estados Unidos, está na actualidade en cuestión, precisamente polas dificultades dos estudantes para afrontar a súa devolución, e neses países fálase xa dunha burbulla universitaria».

¿Quién debe pagar entonces la universidad?

Esto lo resuelve Xosé Luís Armesto de esta forma: «Nós concordamos coa necesidade de que pague máis quen máis teña, mais isto debería facerse a través dos impostos, a imposición fiscal ten que ser progresiva e directa para garantir que quen ten maiores ingresos contribúa máis ao financiamento do Estado e dos servizos públcios, de tal forma que non sexa preciso repagamento ningún, por parte de ninguén». La financiación universitaria debe «asegurarse cunha práctica eficiente de recadación fiscal e, segundo, artellar unha política de bolsas que permita corrixir a escandalosa desigualdade actual e favoreza a cohesión social».

¿La universidad tiene realmente un problema de financiación?

La apreciación general de los rectores gallegos la resume una frase del santiagués, el recién elegido Juan Viaño Rey: «É certo que se deben facer melloras importantes, pero siempre debe primar a visión de compromiso público dun sistema educativo superior».

Para Viaño, «compre analizar en detalle o concepto de insostibilidade do sistema universitario. É certo que as aportacións dos estudantes ao sistema son unha pequeña parte do custe real. Sen embargo, a obriga dun estado democrático é fomentar a formación universitaria, porque é o principal camiño para o desnvolemento de calquera sociedade».

Esta idea la comparten sus homólogos gallegos. La vicerrectora viguesa cree que con el modelo que valora Wert se corre «el riesgo de agravar la situación de desigualdad en España» que, como recuerda el rector de A Coruña, es «o segundo dos países desenvolvidos con maior desigualdade, só por detrás de Letonia».

Pero no se trata solo de igualdad de oportunidades. Es algo más profundo. Dolores González puntualiza que «la clave está en que el dinero de la educación no debería verse como un gasto», y Juan Viaño que «erramos se consideramos insostible o sistema fixándonos só na aportación dos estudantes. Temos que fixarnos no I+D do Estado español, no PIB, nas taxas de cremento económico e social, na profesionalización do tecido empresarial e social... en definitiva debemos incluir todos os elementos nos que a formación universitaria xoga un papel primordial».

¿Si se paga se elegirá mejor?

Wert apuntaba que si un estudiante tiene que devolver el dinero, elegirá una carrera con mejor empleabilidad. Dolores González matiza al ministro: «El estudiante debería pensar para qué está capacitado, preparado y qué perfil profesional quiere tener, porque si algo le gusta, lo hará mejor. El estudio condiciona tus salidas profesionales, pero también lo hace tu capacidad de emprendimiento o el idioma». Entiende que «no se puede medir la calidad de la formación universitaria según el éxito o fracaso de la iniciación laboral», además de que «hay que recordar que el licenciado español está bien considerado y que vienen del extranjero a captar talento. Y si ese talento es útil fuera debe ser porque no lo hacemos tan mal».

el futuro de la universidad