Caso Asunta: Alfonso Basterra juega su única carta

Xurxo Melchor
xurxo melchor SANTIAGO / LA VOZ

GALICIA

El padre de Asunta ha roto el pacto con su ex consciente de que la única oportunidad de salir airoso en el juicio es desmarcarse de ella, que tiene más pruebas en su contra

13 jul 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

Alfonso Basterra tenía una única carta para intentar salir absuelto del asesinato de su hija Asunta y ha decidido jugarla. Él y su abogada, Belén Hospido, han hecho lo que tenían que hacer. Han dejado que Rosario Porto y su letrado, José Luis Gutiérrez Aranguren, llevasen la voz cantante de la defensa. Que se desgastasen. Que aceptasen una segunda declaración judicial, un análisis psiquiátrico forense y una reconstrucción de sus idas y venidas a la casa de Teo la tarde de autos que, lejos de despejar dudas, las avivó. En todo este tiempo ellos han guardado silencio y, justo al final, han hablado para romper el pacto de no agresión y echar a los pies de los caballos a su exmujer.

Con su escrito de defensa, Alfonso Basterra no culpa a Rosario Porto, pero si la aparta de él. Se desvincula de sus acciones y no permite a su ex cobijarse al calor de lo que la investigación no ha conseguido demostrar sobre él: que fuese a la casa de Teo y que, por tanto, estuviese allí cuando Asunta fue atada de pies y manos y asfixiada hasta la muerte.

Basterra descarga en Porto los asuntos más oscuros y que más le implican a él en el crimen. Viene a decir que él todo lo que sabe de lo que pasó es por boca de su exmujer y que si la investigación puede probar que ella matase a la niña lo que no puede es probar que fuese con su concurrencia y participación.

La realidad es que Basterra tampoco tiene una papeleta sencilla. Él compró el Orfidal en grandes cantidades antes del asesinato. Eso es un hecho que no le ha quedado más remedio que reconocer, aunque asegura que nada más adquirir el medicamento se lo entregaba a Rosario Porto, que era quien lo guardaba y administraba.

Las acusaciones también creen haber acreditado sin lugar a dudas que, el verano del 2013, Asunta durmió en casa de su padre alguna de las veces que después acudió drogada a clase de música. Él lo niega, al igual que supiera que la niña fue a Teo con su madre el día del asesinato.

Es en este punto donde está el talón de Aquiles de Basterra. Hay dos testigos a los que la investigación da absoluta fiabilidad que han declarado que le vieron con Asunta aquella tarde en el entorno de las 18.20 horas. Estaría presuntamente acompañando a la pequeña hasta que su madre la recogió con el coche. De ser así, su vinculación con el asesinato quedaría acreditada. Primero porque habría mentido diciendo que permaneció toda la tarde en su piso. Y segundo, porque a esa hora su hija ya estaría bajo los efectos perceptibles del Orfidal y él tendría obligatoriamente que saber lo que iba a suceder a posteriori. Este extremo y que apareciese su ADN en las bragas de Asunta son dos serios indicios contra él.

Si el tribunal cree a los testigos, que conocían perfectamente a Asunta y a su padre porque una de ellos fue a clase de francés con la niña, Basterra tendrá difícil salir bien parado del juicio. En el caso del ADN, los investigadores consideran que es una prueba de que el padre participó activamente en el crimen y que manipuló el cadáver. En ese momento habría dejado su rastro genético en un lugar tan íntimo como las bragas de la pequeña.