«La despedida es dura, pero el acogimiento te recompensa»

claudia ramos / M.S. REDACCIÓN/ LA VOZ

GALICIA

La familia de Remedios ha abierto su casa a 12 niños desde 1996

29 jun 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

Fue a raíz de un anuncio en el periódico hace dieciocho años que la vida de Remedios Seoane y su familia cambió totalmente, «para mejor», insiste. La madre y su hija, que entonces tenía dieciséis años, leyeron sobre el programa de Cruz Roja de acogida de niños y fueron a informarse. Al volver a casa hablaron con el otro hijo de la familia y el padre, y, estando de acuerdo los cuatro, decidieron ofrecer su hogar a un niño que lo necesitase. Tras el papeleo necesario, la visita que recibieron en su casa para cercionarse de que era un entorno adecuado para un niño, la entrevista con un psicólogo y un cursillo de formación -trámites que Remedios asegura que no fueron para nada engorrosos, «lo normal y necesario»- estaban listos para recibir a un niño.

Pero este primer acogimiento no fue uno, sino dos, y adolescentes. «Íbamos a por algo más sencillo y nos encontramos con dos adolescentes» cuenta Remedios. «Fue una pasada, fue una de las cosas buenas que nos ha pasado en la vida, la verdad, muy bueno». Tenían 16 y 17 años, es decir, les quedaba muy poco para ser mayores de edad y poder elegir por sí mismos, y tan bien encajaron que se quedaron a vivir en la casa al terminar el programa. Desde ese año 1996 han convivido con estos ourensanos doce niños. De todos ellos quedan fotos guardadas en la casa de esta familia, pero sobre todo, se conservan los recuerdos y lo aprendido. «Todos los niños nos dejaron algo tanto a mí como a mis hijos, a mis nietos...».

Incluso ahora que sus hijos ya son mayores sigue siendo importante estar todos decididos y seguros a la hora de acoger a un niño: «No puede ser solo uno, tienen que involucrarse todos, porque con que uno no esté de acuerdo ya se complica la cosa, estos niños van a formar parte de todo, mientras están contigo son como uno más y se integran totalmente».

Si algo destaca esta experta sobre la participación en el programa de acogida es que «hay que tener muy, muy claro que estos niños están de paso, que van a volver con su familia biológica o de adopción, va a tener un principio y un final casi siempre». La despedida suena dura y ella asegura que lo es, pero «como tantas otras cosas en la vida que lo son te recompensa, ese niño volvió con su familia y está bien, te quedas con la satisfacción de haberle dado un tiempo en que ha sido feliz y ha vivido en una casa en vez de estar en un centro, después sigue su curso».

No tiene dudas sobre que más gente podría y tendría que acoger: «Se deberían potenciar estos programas, yo creo que es algo que todos podemos hacer, nosotros somos una famlia normal, que trabajamos todos, pero si te organizas es posible». La cuestión es adaptarse a los niños y entender que ellos también se están adaptando a ti, «hay que poner nosotros de nuestra parte y ellos también ponen de la suya». Sí que hay momentos en que no se sabe cómo manejar una determinada situación o solventar un problema uno mismo, confiesa «pero el grupo de Cruz Roja siempre nos ha ayudado mucho ante cualquier problema».

Con un menor en acogimiento desde hace algo más de un año, Remedios hace un balance del programa más que positivo, y anima a la gente a vivir la experencia, asegura que «es algo que te engancha, si llevamos desde el 96 será porque vale la pena».

FAMILIAS ACOGEDORAS

«Hay que tener muy, muy claro que estos niños están de paso, que hay un final»