Caso Asunta: El fiscal acusa a los padres de Asunta de planear y ejecutar juntos el crimen

Xurxo Melchor
Xurxo Melchor SANTIAGO / LA VOZ

GALICIA

Pide para cada uno de ellos 18 años de prisión por el delito de asesinato con alevosía. SIGUE AQUÍ TODA LA INFORMACIÓN DEL CASO

26 jun 2014 . Actualizado a las 10:59 h.

Asesinato con alevosía con el agravante de parentesco. Ese es el delito por el que serán juzgados Rosario Porto y Alfonso Basterra, para los que el fiscal del caso, Jorge Fernández de Aránguiz, solicita una pena de 18 años de cárcel, casi el máximo de la prevista para estos supuestos, que es de veinte años.

El escrito de acusación del ministerio público está dividido en 26 conclusiones que se resumen en una: Rosario Porto y Alfonso Basterra planearon y ejecutaron conjuntamente el asesinato de Asunta. El fiscal considera a ambos responsables del crimen en el mismo grado y no entra a valorar en sus conclusiones provisionales cuál de los dos estuvo en la casa de Teo, donde se sitúa la escena del crimen, o en la pista forestal en la que apareció el cadáver de la niña. Sin entrar en estas disquisiciones, habla en todo momento en plural y atribuye a ambos progenitores toda la secuencia de hechos que desembocaron en la muerte de la pequeña, porque considera que todo estaba preparado con antelación y que ambos estaban al tanto de todo.

Para el fiscal, Rosario Porto y Alfonso Basterra «se pusieron de acuerdo» durante el verano del 2013 «para suministrar a su hija de forma continuada un medicamento que contiene lorazepam y que produce somnolencia y sedación». Un fármaco que no le habían prescrito a Asunta, pero sí a su madre, que sufría crisis de ansiedad y depresiones.

«En ejecución del plan acordado» -añade Fernández de Aránguiz- Basterra hizo acopio de ese medicamento -Orfidal-, comprando grandes cantidades en una farmacia cercana a su domicilio. En una ocasión puso como excusa para no presentar receta que se había olvidado en un hotel la caja anteriormente comprada y después pidió consulta en su médico de familia del Sergas para que le fuera prescrito el fármaco. Considera el fiscal que el extraño incidente ocurrido el 4 o 5 de julio, cuando según Porto un hombre con guantes de látex entró en su casa y atacó a Asunta, fue en realidad uno de los episodios de sedación. «A raíz de esta circunstancia, Rosario hizo circular el rumor de que había entrado un asaltante en el piso. Así se procuraban una forma de dar explicación a la niña sobre los acontecimientos de la noche», explica.

Las sedaciones

En su escrito de acusación, Fernández de Aránguiz repasa todos los episodios de sedación de los que se tienen constancia en las academias de música a las que acudió aquel verano Asunta y resalta que en algunos casos fueron «tan intensos los efectos» que no pudo acudir a clase.

El plan se habría consumado el 21 de septiembre del 2013, cuando «los acusados y su hija comieron juntos en el domicilio de Alfonso. Puestos de común acuerdo, y con la intención de acabar con la vida de la niña, le suministraron una cantidad del medicamento necesariamente tóxica para posteriormente, cuando hiciera efecto, asfixiarla». La niña salió de la casa del padre a las 17.20 horas y -añade el fiscal- «algo después de las 18 horas, Rosario, siguiendo el plan acordado con Alfonso, se llevó a Asunta a la finca de recreo de la familia -la casa de Teo-». Para ello empleó su vehículo.

La muerte la sitúa en un momento comprendido entre la entrada en la casa de Teo, las 18.33 horas, cuando desconecta la alarma, y las 20 horas. Acusa a ambos de haberla asfixiado «por medio de la compresión que le aplicaron sobre la boca y la nariz» y resalta que «durante el proceso de sofocación sufrió náuseas o vómitos», pero que Asunta «no pudo defenderse de modo efectivo porque estaba bajo el efecto del medicamento que con ese fin le habían suministrado». Finalmente, habrían depositado el cadáver en la pista de Teo en la que fue hallado.

Para el ministerio público, haber puesto la denuncia por desaparición fue parte del plan, porque querían simular un secuestro y dijeron a la policía para confundirla que la niña se había quedado en casa haciendo los deberes, cuando sabían que era falso. Otra prueba de que estaban compinchados es para el fiscal que cuando se registró por primera vez la casa de Teo, «nada más entrar, Rosario se dirigió rápidamente hacia una papelera que había en uno de los dormitorios de la planta de arriba en la que ella sabía que había efectos relevantes para la investigación. No consiguió apoderarse de ellos por la intervención de un funcionario». En la papelera había un trozo de la cuerda con la que ataron a la niña y «en ese momento, y sin ser preguntado, Alfonso ofreció a los investigadores una explicación: que era la que usaban los jardineros para labores por la finca».