Testimonios de los ciclistas de Oia: «Estuvimos muy cerca de que hoy a alguno le tuvieran que llevar flores»

C. P. VIGO / LA VOZ

GALICIA

Los ciclistas implicados en el siniestro coinciden en censurar la actitud del conductor de la furgoneta cuando rememoran el trágico momento

23 jun 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

«Tiene la cara completamente deformada, una contusión en un lado, un derrame en el ojo del otro lado, varios dientes rotos, la nariz operada y todo amoratado. Ni a un boxeador le queda la cara como la tiene Aida», describe Francisco Villanueva, presidente de la Federación Gallega de Triatlón tras ver a la campeona de España de la disciplina en su habitación del hospital Meixoeiro de Vigo.

«No respira bien, le cuesta hablar, pero nada que el tiempo no pueda reparar. Afortunadamente todo se quedará en lo que pudo llegar a ser», respira Gustavo Rodríguez, el novio de Aida Valiño. «No se acuerda de nada, iba de segunda en el grupo», señala para enmarcar la magnitud del impacto contra la furgoneta de la ciclista. Sus compañeros están seguros de que a ella y a Carlos Santos no les debió dar ni tiempo a frenar.

«Estuvimos muy cerca de que hoy a alguno le tuvieran que llevar flores. Se dieron todas las circunstancias para que se hubiera producido algo peor: viento a favor, una recta en la que nosotros en bicicleta podemos alcanzar los 50 kilómetros por hora, bordillos a los lados, un grupo grande, un retraso de las ambulancias notable...», dice Tito Rodríguez, que recuerda el impacto de su cabeza contra el suelo y después recorrer unos metros por el asfalto barriendo con el cuerpo todos los cristales que iban cayendo del vehículo.

«Ayer [por el sábado] pensé que se acababa todo», cuenta alterándose gradualmente Marcos González, uno de los que más secuelas parecía registrar en el momento del accidente. La imagen de su cuerpo inmóvil en el suelo sobre un cartón dio la vuelta a España durante el fin de semana. «Me preparé para impactar contra la furgoneta pero no sé cómo acabé dando contra el bordillo. Notaba los brazos y las piernas, pero me dolía todo y preferí quedarme quieto y en ese momento me vino todo a la cabeza, mi hija de siete meses, mi mujer de 32, mis padres. Pudimos quedar en el sitio dos o tres o cuatro», asegura.

Advertencias

Los ciclistas implicados en el siniestro coinciden en censurar la actitud del conductor de la furgoneta, del que aseguran que se apresuró a aparcar el vehículo, y modificó su versión hasta acabar diciendo que circulaba por su carril y en el sentido de la marcha. «Hasta que no me duela nada no dejaré de reclamar, ropa, bici y todo, porque no debe ganar la ley del más grande ni permitirse su actitud, ni nos pidió perdón», concluye González.