Portomeñe lamenta que el Parlamento sea un «lugar de liorta» y no de diálogo

D. S. SANTIAGO / LA VOZ

GALICIA

Álvaro Ballesteros

Uno de los hombres claves de los primeros Gobiernos de la autonomía con Albor y Fraga considera que la Cámara es hoy «un lugar onde se escenifican as diferenzas e onde prima a ideoloxía sobre a obriga do ben común»

25 abr 2014 . Actualizado a las 09:26 h.

En la peculiar clasificación que hizo Konrad Adenauer, el padre de la nueva Alemania, distinguió tres tipos de enemigos: están los enemigos a secas, en segundo lugar los enemigos mortales y, finalmente, los compañeros de partido. Y la cita le valió ayer a Víctor Manuel Vázquez Portomeñe para presentar en Santiago su libro de memorias, titulado Testigo y parte, de Hércules de Ediciones, con el que espera llevarse ben «con todos os meus inimigos mortais, empezando polos do meu propio partido».

Portomeñe fue un hombre clave en los primeros Gobiernos de la autonomía gallega, con Albor y con Fraga, donde se destacó muchas veces por su verbo suelto. Y quizás por eso el que fuera el único conselleiro sin cartera de Asuntos Parlamentarios que parió la autonomía no se privó de opinar sobre la situación de la Cámara gallega. Lo hizo sin pelos en la lengua, valorando que hoy en día se ha convertido «nun lugar de liorta» y no en un centro que trabaje por la búsqueda del consenso y del entendimiento común, como a su juicio ocurría en otras épocas. «É un lugar -abundó- onde se escenifican as diferenzas e onde prima a ideoloxía sobre a obriga do ben común e dos esforzos conxuntos».

Y ahí se queda la valoración sobre la situación política actual que hace la persona que fue reconocida como el padre principal de Xacobeo y del desaparecido Peligrín, la primera mascota del Camino. Es lógico que en sus memorias se describa al detalle cómo se alumbró la idea del Plan Xacobeo, en una reunión informal celebrada en la taberna compostelana El Gato Negro a principios de 1990, donde Portomeñe empezó a emborronar servilletas ante unas tazas de vino ribeiro. El resto ya es conocido, pues los más de 200.000 peregrinos que recibe Galicia al año derivan de todo aquello, pues antes el flujo medio anual por las rutas jacobeas rondaba las 5.000 personas.

También relata el que fue cinco veces conselleiro de la Xunta preautonómica, con Albor y con Fraga, cómo se aproximó a la política cuando ejercía la abogacía, que compatibilizaba con el cargo de secretario municipal. Ocurrió en 1997, en un mitin que Adolfo Suárez dio en Chantada. Al acto acudió Sergio Vázquez Yebra, quien después sería alcalde de la localidad, que debería actuar de telonero y Portomeñe fue el encargado de prepararle el discurso. Pero Vázquez Yebra se rajó al leer lo que allí figuraba y le cedió el protagonismo a Portomeñe.

Con su perfecta dicción y en lengua gallega, Portomeñe se dio a conocer ante el auditorio y Suárez se interesó por lo bien que había hablado. Ahí empezó su carrera política, abandonada en el 2008 y que Núñez Feijoo, pese a tentarlo como candidato a la alcaldía de Teo y como diputado por Lugo, no logró que pudiera retomar.