El miedo cambia la vida en Cabanas

maría cedrón REDACCIÓN / LA VOZ

GALICIA

JOSÉ PARDO

Vecinos de Elisa Abruñedo, que murió apuñalada en septiembre, reclaman justicia

20 abr 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

Cabanas es un concello pequeño. Son 3.336 habitantes que miran a la ría de Ferrol desde lo alto y a los montes que conducen a As Pontes. Hace siete meses Elisa Abruñedo, una mujer de 46 años que vivía en Lavandeira de Arriba, apareció muerta a 300 metros de su casa. Con el crimen, todavía por resolver, el miedo se asentó en el pueblo y sembró la duda entre sus habitantes. «A rumoroloxía foi insoportable», recuerda un vecino.

La desconfianza y el temor han mudado los hábitos de vida en el municipio, pero también han unido al vecindario. «Cando alguén ve un coche raro que vai cara unha casa illada, xa chama ao dono para avisar», dicen. El propio alcalde, el popular Germán Castrillón, indica que «la gente está preocupada por lo que pasó. De hecho había un grupo de mujeres que iban a pasear y no van. Otras que andaban solas ahora van con más personas, pero nunca por la noche». Lo que todos se preguntan, también la familia de Elisa, es por qué. Quieren que «realmente» se investigue lo que ocurrió para castigar «al culpable o culpables». Que no se olvide.

«Os nosos hábitos mudaron porque o medo sempre rexurde», comenta Mari, una vecina de Soaserra. Ella misma ha cambiado. «Na zona na que teño a casa é raro ver un coche que non sexa o dalgún veciño. Antes non o facía, pero agora fíxome en cada vehículo descoñecido que pasa. Velo e dis: ??¡Uff! ¿Quen é???», explica. Y reconoce que tiene miedo, sobre todo los días de invierno en los que sale a trabajar a las siete y media de la mañana, cuando aún está oscuro. Porque donde vive, las viviendas salpican de vez en cuando un paisaje inundado de árboles, un paraje muy parecido al lugar en el que fue hallado el cuerpo e Elisa más de veinticuatro horas después de que el marido de la víctima advirtiese de que faltaba. Ella estaba a unos metros de la calzada, muy cerca del lugar donde un vecino dijo haberla visto andando el día que desapareció.

Ahora que los días son más largos el temor de Mari se atenúa, pero no desaparece. «Dende logo, como mulleres o que lle pasou á nosa veciña aféctanos», dice. Porque Elisa desapareció un domingo al atardecer y, como indicó en su día el delegado del Gobierno en Galicia, fue violada y murió apuñalada.

Mari, igual que Bea, Milagros, Cruz... son parte de Cabanas Rural Asociación de Mulleres, un colectivo que participa, lo mismo que otros como O Loureiro o el propio Ayuntamiento, de forma muy activa en las concentraciones para reclamar justicia para Elisa. Piden que, aunque haya que ocultar muchos datos para no interferir en la investigación, deberían hacerse públicos de modo oficial los nombres de aquellos que en su momento fueron investigados, pero que han quedado descartados como sospechosos. Porque eso, explican, les daría tranquilidad y tal vez frenaría los rumores que han ido minando el concello a lo largo de los últimos meses. «¿Por que non aparece o culpable? Iso é o que pensamos todos», aducen. «Os primeiros días cometéronse moitos erros, tardouse en reaccionar, desbrozouse a zona onde foi atopado o corpo...» , comenta un representante de la asociación O Loureiro.

El temor alcanza a todos, hasta a los que son más ajenos al caso. «Teño unha filla de 18 anos e cando saio, ela di ??mamá cerra o portal??», dice Cruz, que todavía recuerda un caso muy parecido que ocurrió en Magalofes, cuando solo tenía trece o catorce años, hace ya más de cinco decenios. «Foi igual, pero daquela fora unha rapaza nova e nunca atoparon ao culpable», añade. Tampoco el niño de diez años de otro vecino de Lavandeira está tranquilo. «Pola noite quere a porta da habitación aberta. Antes tamén deixabas á rapaza sola na casa, pero agora non», explica el padre. Y el hijo de Bea ha dejado de andar solo en bicicleta. «Non é que non lle deixemos, é que xa non quere ir», dice su abuela Milagros. Para septiembre, cuando se cumpla un año del crimen, está prevista otra concentración. Esperan no tener que hacerla porque, por fin, han detenido al culpable.