En el carné de Manuel Simal, el superviviente del naufragio, dice que nació el 26 de abril de 1965. Pero la realidad de las cosas es otra. El documento debería actualizarse y contar que, como mínimo, nació tres veces más. Del primer golpe de suerte hace ya años. Resulta que, aunque en un brevísimo espacio de tiempo, fue tripulante del Xana, un barco que naufragó en 1991 y en el que murieron cinco muradanos. El destino quiso que, cuando esto sucedió, él estuviese lejos, haciendo una campaña en la marina mercante.
Luego, tuvo un tropiezo en Gijón. Se cayó entre dos barcos. Y a punto estuvo de no contarlo. Dice que segundos después de que lograse escabullirse los barcos se juntaron, librándose él de quedar aplastado entre ellos.
Ahora le tocó sobrevivir al Santa Ana. Es consciente de su suerte, aunque no sonría por lo duro que le resulta pensar en sus compañeros, cruzar la mirada con las de sus mujeres e hijos... Dice que no le queda otra que volver al mar. «¿A onde vou ir se non?», se pregunta, aunque piensa tomarlo con calma. Y, al final, en un comentario mínimo, uno intuye la alegría que le caracterizaba antes del naufragio: «Xa lle dixen ao cura, que me veu saudar nun enterro, que esta vez escapeille», dice y sonríe.