Huyen de Galicia 50 familiares del asesino de la mujer embarazada

lucía rey / e. g. souto / l. penide LUGO, PONTEVEDRA / LA VOZ

GALICIA

«Los Jiménez pedimos venganza», gritaron ayer los parientes de María Luisa en su entierro

27 feb 2014 . Actualizado a las 13:10 h.

Las más de cincuenta personas que forman la familia de José Cortiñas Romero, presunto asesino de María Luisa Jiménez Jiménez, de 37 años de edad, abandonaron Galicia en las últimas horas para evitar venganzas por parte de familiares de la víctima, y después de que la Asociación Pueblo Gitano de Galicia decidiese el destierro de sus lugares habituales de residencia en las provincias de Pontevedra y A Coruña.

En el barrio lucense de Abella, donde vivía la pareja y parte de la familia del presunto asesino, ya no queda ningún allegado, por lo que los ánimos estaban más calmados que en las horas siguientes al crimen. Una veinteañera gitana que fue compañera de colegio de las hijas mayores de José Cortiñas y María Luisa Jiménez (Pepe y Lupe) dijo que ni el martes ni ayer se cruzó con nadie de la familia: «Han debido de marcharse». Luego, explicó el porqué del destierro: «El asesino ha ido contra la ley gitana. Cuando nos dicen que los gitanos somos malos, siempre decimos: "Pero nosotros no matamos a las mujeres ni violamos, como hacen los payos"; y este gitano lo ha hecho». Esta joven gitana asegura que «esto no se va a olvidar. Es normal que los familiares de ella quieran que él sufra haciéndole daño a su familia. Para los payos es difícil de entender, pero la ley gitana es así. Yo también me vengaría por mi hijo o mi hermano».

La comunidad gitana de Lugo trata de recuperar la tranquilidad. El operativo desplegado por las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado para evitar altercados entre las dos familias se suavizó tras el traslado del cadáver de la mujer a Pontevedra después de que se le hubiese practicado la autopsia en el hospital de Lugo (HULA). En el entorno del centro hospitalario hubo una importante presencia de agentes, incluso de la Unidad Especial de la Policía Nacional, para evitar reyertas entre el importante número de gitanos que se habían desplazado al lugar. Y a última hora de la noche, un coche fúnebre trasladó el cadáver a Pontevedra escoltado durante todo el viaje por coches de la Policía Nacional y de la Guardia Civil.

Los temores a altercados no eran infundados, como lo demuestran las amenazas lanzadas ayer durante el entierro de María Luisa Jiménez, que estaba embarazada y que deja seis hijos y dos nietos. Ante el panteón de la familia Jiménez, el mismo que está presidido por una escultura en bronce a tamaño real del patriarca Luis Ángel Jiménez Montoya, fallecido el 5 de septiembre del 2008, se depositó el féretro. Tras las oraciones de dos fieles evangélicos, el pastor Hipólito Díaz reconoció que no encontraba palabras de consuelo para la familia de la mujer asesinada. El silencio se quebró cuando el pastor dio por concluida la ceremonia y se procedió a introducir el féretro en el nicho. La hasta entonces emoción contenida, explotó. «¡Los Jiménez pedimos venganza y los Cortiñas son unos asesinos!», clamó una voz femenina, a la que se unieron otras al grito de «¡asesinos! ¡asesinos!». Las escenas de dolor se mezclaron entonces con otras de indignación y gritos que auguraban represalias contra los familiares directos de José Cortiñas, entre los que se señaló claramente a su hermano. «Habría que matarlos a todos», murmuraba más de uno, al que se sumó otro asistente al entierro pidiendo «extirpar el mal de raíz».

Desvanecimientos

La situación alcanzó mucha intensidad y de hecho varios familiares de María Luisa -algunas fuentes identificaron a una de ellas como una de las hijas de la víctima- se desvanecieron cuando se encontraban a escasos metros del nicho y tuvieron que ser auxiliadas por sus parientes. Varios miembros de Sociedad Gitana fueron apaciguando los ánimos, especialmente el dirigente Sinaí Giménez. Los actos fúnebres fueron seguidos discretamente por varias patrullas de la Policía Nacional de Pontevedra.