La mujer asesinada a navajazos por su marido esperaba su séptimo hijo

x. carreira / l. rey / j. m. pan LUGO / LA VOZ

GALICIA

El cadáver apareció en O Pino, cerca de la N-634, y estaba oculto bajo hojas y ramas

26 feb 2014 . Actualizado a las 14:32 h.

María Luisa Jiménez Jiménez, de 37 años y embarazada de muy pocas semanas, murió a consecuencia de los navajazos que supuestamente le asestó su esposo, José Cortiñas Romero, de 43, en algún momento de la tarde del domingo, cuando él se la llevó de Figueirido, donde vivía desde hace un mes con una hermana. El cuerpo de la mujer tenía heridas cortantes en el cuello, probablemente las mortales, y en el pecho. Ayer por la tarde los forenses le hicieron la autopsia en el HULA de Lugo, mientras en el entorno del hospital aguardaban numerosos familiares de la mujer.

El presunto autor de los navajazos se deshizo del arma homicida, que aún no pudo ser hallada. Y es muy probable que los investigadores desistan de buscarla porque es muy difícil dar con ella si el agresor la tiró en la misma zona en la que apareció el cadáver. Al parecer, José Cortiñas no dijo lo que hizo con el arma. Explicó que discutió con su esposa fuera del coche y que cuando ella intentaba escapar la acometió con la navaja y la mató.

José Cortiñas dedicó tiempo a ocultar el cadáver. De hecho, parece que se esmeró para que no fuera encontrado con facilidad, a pesar de que el lugar está muy cerca de la carretera N-634, a unos 30 kilómetros de Santiago en dirección a Lugo, en el punto kilométrico 694, en O Marquiño (O Pino). José optó por no enterrar el cuerpo porque no tenía herramientas adecuadas para cavar una fosa. Entonces decidió taparlo con hojas y ramas de eucaliptos, maleza e incluso cogió restos de chatarra que había por la zona y los apiló sobre el cuerpo de María Luisa.

«Nadie la hubiese encontrado», dijo ayer una persona que estuvo en el lugar. Si Cortiñas no hubiese colaborado con la jueza lucense Estela San José, que se encarga de la instrucción del caso, difícilmente el cadáver hubiese sido hallado. El detenido declaró a lo largo de la mañana del lunes ante la Guardia Civil, pero no confesó. Tampoco lo hizo en el juzgado cuando se presentó el patriarca de los gitanos de Lugo. Pero cuando fue interrogado por la jueza sí dijo lo que había hecho con el cadáver, aunque inicialmente dio versiones confusas e inventadas de lo ocurrido. Tras confesar los hechos, la jueza y una comisión judicial se desplazaron esa tarde a O Marquiño, en O Pino, pero la oscuridad impidió hallar el cuerpo.

Ayer el hallazgo se produjo poco antes de las dos de la tarde. Una hora antes, un coche de la Guardia Civil fue a buscar a José Cortiñas a la prisión de Monterroso, donde había pasado la noche, y nada más llegar al lugar ya señaló el montículo de restos que hacía las veces de mortuorio, junto a un gran tronco. Tras señalar el lugar, el detenido fue conducido nuevamente a la prisión de Monterroso, donde continuará ingresado acusado de homicidio. No lo llevaron a Bonxe porque allí está encarcelado desde el pasado mes de noviembre un hermano de la mujer asesinada.

En el juzgado de Lugo ya había abiertas diligencias por presuntos malos tratos del acusado de hace un año, pero no había medidas cautelares porque María Luisa nunca reconoció malos tratos. La mujer, que tenía seis hijos y dos nietos, era usuaria del programa de emergencia social del Concello de Lugo para familias en riesgo de exclusión. Por otro lado, desde la Consellería de Benestar informaron de que los hijos menores de la pareja están con la familia, aunque los servicios sociales están pendientes.