Rosario Porto: «Asunta no se tomaba cualquier cosa si no la convencías»

Alberto Mahía / X. melchor A CORUÑA, SANTIAGO / LA VOZ

GALICIA

«Esto parece más un programa del corazón que un tribunal», le reprocha al juez en su segunda declaración. SIGUE AQUÍ TODA LA INFORMACIÓN DEL CASO

11 ene 2014 . Actualizado a las 16:16 h.

Hubo una Rosario Porto en su primera declaración ante el juez y otra muy distinta en su segunda y última comparecencia. Entre una y otra pasaron dos meses y un evidente acercamiento a su exmarido. Porque si el 27 de septiembre esta mujer decía cosas como que Alfonso Basterra la tenía aterrorizada tras enterarse de su infidelidad, el 28 de noviembre ya era un hombre que la cuidó sin condiciones cuando lo necesitó. Si antes sospechaba que su pareja le había dado polvos blancos a la niña, ahora dice tener la «convicción de que nunca le haría nada malo a su hija, a la que adoraba».

Rosario Porto estuvo mucho más tranquila y locuaz en su segunda declaración que en la primera. Salvo cuando le preguntan por su amante, que saca las uñas. En la más reciente, la madre de Asunta dibujó una relación familiar modélica, con un padre y una madre entregados a su hija, que aparcaron sus diferencias por el bien de la pequeña. En esta ocasión no rompió a llorar, aunque sí se le quebró la voz alguna vez.

Ejemplo de ello fueron sus respuestas al fiscal, según se aprecia en la declaración íntegra a la que tuvo acceso La Voz.

Fiscal. ¿La niña le contó algo de lo que hacía con su padre cuando estaban juntos, o cómo era esa relación cuando dormía en su casa?

Rosario Porto. La niña adoraba a su padre. A veces me decía que prefería comer con él, que le gustaba más su comida, mucho más que la mía. Siempre antepusimos a la niña a nuestras diferencias.

F. ¿Cuando salió del clínico, Alfonso le puso como condición que dejara a su amante?

R. P. No quiero interferir en la investigación, pero no entiendo qué relevancia puede tener eso. No fue una condición, sino un pacto entre personas civilizadas.

F ¿Qué términos tenía ese pacto?

R. P. Fue asumido libremente por mí. Por mi estabilidad. Decidí dejar en suspenso esa relación y ponerme bien y recuperar una cierta tranquilidad familiar. Alfonso no puso ninguna condición. Simplemente no herir gratuitamente.

F. ¿Cuándo dejó a su amante?

R. P. Mi vida sentimental no tiene nada que ver con el asunto. Esto parece un programa del corazón más que un tribunal de Justicia.

F. ¿Dónde comió y con quién el 20 de septiembre? [Se refería a la víspera de la muerte de su hija].

R. P. Comí en Vilagarcía con mi amante. Y cené con él en Pontevedra.

F. ¿Qué hicieron entre la comida y la cena?

R. P. No tiene relevancia. Eso pertenece a mi vida privada, que ya bastante está siendo vapuleada.

F. ¿Alfonso sabía que había pasado el día con su amante?

R. P. No lo sé. Creo que se lo dije tras fallecer Asunta.

F. ¿Tiene alguna explicación a por qué aparece Orfidal en el análisis del pelo de Asunta?

R. P. No tengo idea. Me parece realmente increíble. Si hubiese estado tomando eso, hubiese tenido alguna sintomatología y la niña estaba perfectamente, aparte del cuadro alérgico...

F. ¿Notó que cuando la niña estaba con el padre podía tenerla grogui y a su merced?

R. P. Bajo ningún concepto. Si lo hubiese sabido no la dejaría con su padre. Yo la tenía muy protegida y creo que su padre también.

F. ¿Tomaba medicamentos Asunta?

R. P. No, lo que podía tomar cualquier niño sano en un momento determinado.

F. ¿Le dieron alguna vez pastillas machacadas?

R. P. Una o dos veces. Los niños son muy reacios a tomar pastillas, así que se las dimos machacadas. No recuerdo si fue Alfonso o fui yo.

F. ¿Qué medicina le dieron machacada?

R. P. El Aerius, un antiestamínico para la alergia.

F. ¿De quién fue la idea de dárselo machacado?

R. P. Lo habíamos hablado los dos.

F. ¿Le dio alguna vez Orfidal a la niña?

R. P. No.

F. ¿Era consciente de que alguien se lo estuviese dando?

R. P. No, en absoluto

F. ¿Sabe si su padre le dio a la niña unos polvos blancos?

R. P. Pues si es el Orfidal, se lo machacó. Perdón, el Aerius. Pero a mí no me consta que le diese más de una vez. [Ahí hace un inciso]. Me confundo el Aerius con el Orfidal porque estoy obsesionada con quién le dio Orfidal a la niña. Yo siempre me refiero al Aerius.

F. ¿Tuvo Alfonso la ocasión de darle Orfidal sin que usted fuese consciente?

R. P. Asunta no se tomaba cualquier cosa si no la convencías de ello durante al menos tres horas, y a mí me parecía bien que hiciera eso. Tenía que saber qué le iba a producir. Había que explicarle qué era, para qué era y qué le iba a producir. Era justo que le explicáramos lo que se iba a tomar.

F. ¿Dónde pasó Asunta la víspera de su muerte?

R. P. En casa de su padre.

F. ¿Cuándo ve a la niña por primera vez ese sábado?

R. P. Sobre las 9.30. Venía ya desayunada. Tenía clase de chino en mi casa.

F. ¿Cómo se encontraba Asunta?

R. P. Perfectamente.

F. ¿Dónde comieron?

R. P. Los tres, en casa de su padre.

F. ¿Salieron juntas de casa de Alfonso después de la sobremesa?

R. P. Primero salió la niña y yo me quedé con Alfonso un rato. Luego me marché y él quedó en casa solo.

F. ¿Cuándo llegó usted a su casa y cuándo salieron juntas rumbo a Montouto?

R. P. Estuve muy poco tiempo en casa. Llegaría al piso sobre las 5.45 y salí sobre las 18.15. Cogí el coche en el garaje y Asunta quedó en casa. Aparqué frente a la casa, subí a coger una bolsa y no me acuerdo si bajamos juntas o bajó ella luego. No lo recuerdo.

F. ¿Qué hicieron al llegar a la casa de Montouto?

R. P. Asunta prefería ir a casa y que fuera yo al Decathlon. Y fui a Santiago a llevarla.

F. ¿Dónde la dejó?

R. P. No estoy segura. Creo que la dejé en República Argentina o delante del hotel Gelmírez.

F. ¿Qué hizo luego?

R. P. Regresé a Montouto e hice lo que no había hecho antes. Luego me fui a Decathlon, pero no entré porque me había dejado el bolso olvidado. Volví sobre mis pasos.