Un tesoro reducido a cenizas

Juan Ventura Lado Alvela
J. V. Lado MUXÍA / LA VOZ

GALICIA

Un día después del incendio, el santuario ofrece una imagen desoladora

27 dic 2013 . Actualizado a las 11:41 h.

Las decenas de remolques de tractor retirados por los operarios del Concello y de Protección Civil de Muxía, mientras llegaban a A Barca políticos, policías, técnicos de Patrimonio, peritos del seguro e incluso religiosos del Arzobispado, iban cargados de vigas ennegrecidas, cenizas, hollín e incluso cascotes, que fue en lo que quedaron convertidas verdaderas joyas como el retablo barroco de Miguel de Romay, con toda su iconografía, excepto la talla gótica de la Virgen, datada en el siglo XIV y que solo sale de su resguardo en las fiestas de septiembre.

A última hora de la tarde, dentro de la basílica ya quedaban poco más que el suelo completamente ennegrecido, los retablos laterales, de menor valor, llenos de humo, y las vidrieras que jalonan la fachada de la puerta principal. Con el catastrófico incendio del miércoles se fueron cientos de exvotos entregados en ofrenda por los feligreses, entre ellos el más valioso, el retrato orante del conde de Maceda, ahora casi irreconocible. Incluso desapareció por completo el documento de canonización de la imagen de A Barca, firmado por el papa Pablo VI, y decenas de tallas quedaron reducidas a bustos de carbón.

Las que sobrevivieron esperan ahora en el Salón do Voluntariado, nacido a partir del chapapote del Prestige, junto a un reloj de madera detenido en las 08.32 horas, cuando arreciaba más fuerte el fuego. Sus barnices derretidos, que dibujan rostros llorosos sobre todo en las caras de las vírgenes, solo son comparables a las lágrimas derramadas por muchos muxiáns ante la pérdida de su santuario.