En un piso de 90 metros de A Coruña viven 34 personas

A. Mahía / E. Mouzo A CORUÑA / LA VOZ

GALICIA

Un piso de A Coruña acoge desde hace un mes a hombres, mujeres y niños de origen rumano que se dedican a la mendicidad, a rebuscar en la basura y a la venta ambulante

01 nov 2013 . Actualizado a las 11:37 h.

En un piso de A Coruña hay quien duerme en una bañera y el resto donde puede. Ahí, 34 seres humanos se disputan 90 metros cuadrados. Esta barbaridad sucede en el segundo piso del 120 de la ronda de Nelle, donde han de vivir unos encima de otros porque de otra forma no se entiende que tal cantidad de personas puedan compartir un inmueble de tres habitaciones, salón, cocina y un baño.

Si no mendigan, buscan en la basura. Para comer y para dormir, pues algún colchón rescataron. Pero la mayoría duermen en el suelo, encima de un cartón. En el pasillo, en la salita o en el aseo.

Llegaron hace poco más de un mes. En oleadas. Son rumanos y viven de la mendicidad, de la venta ambulante y, según susurran fuentes policiales, de vicios inconfesables. Este mismo lunes la armaron gorda. Todos salieron a la calle a gritos. Los vecinos de esa zona tranquila de la ciudad, donde lo único que pasa son coches, no se habían visto en otra igual. Algunos se pelearon. Otros amenazaban. Según se pudo averiguar después, el motivo de la multitudinaria gresca fue una supuesta violación. Unos acusaban a un joven de abusar de una menor. Cuando llegó la policía, puso orden e indagó. Pero nada les pudo sacar. Porque en ese piso, al parecer, los problemas se resuelven de puertas hacia adentro aunque luego los ventilen a los cuatro vientos.

Investigación

Pero los agentes no lo dejaron pasar. Abrieron una investigación para esclarecer el caso y, a la vez, investigar si las 34 personas que residen en ese piso pueden ser víctimas de una mafia similar a la que recientemente fue desarticulada en la ciudad -en esa operación fueron detenidos los tres supuestos cabecillas de una red que explotaba a rumanos, obligándolos a vivir en pisos patera, sacándoles la recaudación que lograban con la mendicidad.

Los agentes no quitan ojo al piso. Pero se están encontrando con muchas dificultades para averiguar si se cometió una violación. Nadie habla. Todos callan. El idioma tampoco ayuda, pues la mayoría no tienen idea de español.

El altercado que estas personas protagonizaron el lunes no fue el único. Hace veinte días también hubo un enfrentamiento entre ellos que no pasó a más. Y aunque no se meten con nadie, en el barrio no se habla de otra cosa que no sea del «piso patera». «El problema no es de racismo, es de humanidad. No se puede consentir que vivan bajo un mismo techo 34 personas a saber en qué condiciones», decía ayer un vecino. Otro se mostraba intranquilo, temiendo que en tan poco espacio se pueda producir un incendio.

El inmueble lo alquiló hace mes y medio un hombre alto, fortachón, con cadena al cuello y un muestrario de joyas en unos dedos que acarician el volante de un cochazo último modelo. Un tren de vida que nada tiene que ver con el de la gente que ocupa la vivienda.

Extranjería

La Brigada de Extranjería de la Policía Nacional no quiere otro caso como el de la red descubierta hace un mes. De hecho no descartan que algunos de los mendigos que rescataron de aquella operación se hayan mudado a ese piso de la ronda de Nelle para ser explotados por otros mafiosos que se dedican al negocio más inmoral dentro del mundo del hampa: traficar con seres humanos.

Lo que hizo la policía en A Coruña recientemente con esa banda que se dedicaba a esclavizar a compatriotas rumanos acaba de demostrar que un mundo tan oscuro de amenazas, extorsión y torturas se sale a veces de la prensa para mudarse a vivir en el piso de al lado. Igual que los policías que participaron en la operación nunca olvidarán el rostro magullado de aquel hombre que se tiró al vacío desde un segundo piso escapando de sus amos, que le iban a dar una tunda por atreverse a denunciar su situación. Sobrevivió y fue declarado testigo protegido.

No fue la única operación llevada a cabo en la comarca coruñesa contra redes de explotación de origen rumano. Hace tres años, en Arteixo descubrieron un piso en el que los mafiosos daban comida para perro a sus víctimas.