Soledad quiere aprender a escribir su nombre

María cedrón SANTIAGO / LA VOZ

GALICIA

Cada día Soledad va a clase al Xelmírez I con el afán de aprender todo lo que no pudo de niña.
Cada día Soledad va a clase al Xelmírez I con el afán de aprender todo lo que no pudo de niña. Vítor Mejuto< / span>

Varias personas relatan por qué han optado por regresar a la escuela

13 oct 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

Soledad Gallego borda, hace pequeñas obras de arte con punto de cruz. Pero le gustaría hacer cosas más sencillas como sentir la sensación de deslizar el lápiz sobre el papel para escribir su nombre. Este curso ha decidido intentarlo y comienza ya a lograrlo. Poco a poco.

Soledad tiene 50 años, vive en el compostelano barrio de Vite y el pasado 16 de septiembre volvió a la escuela. Se matriculó en el nivel I de Enseñanza Básica Inicial (EBI) en el Instituto Xelmírez I, en Santiago. De niña había dejado el aula tan pronto que apenas sabía leer o escribir. Después de abandonar la escuela, estuvo en un taller de costura, donde aprendió a manejar la aguja, pero ahora quiere dominar otras cosas. Leer correctamente, hacer una redacción y poder acabar unas cuantas cuentas. Lo fundamental.

Es por la tarde. Acaba de salir de una clase. Con ella, en su nivel, están otra media docena de alumnos. No le cuesta adaptarse, aunque las edades son diferentes. «Quería aprender y mi hermana Nieves me ayudó a buscar donde poder hacerlo. Con la profesora, muy bien, la verdad», explica tras acabar un tema de cálculo. «Estuvimos haciendo unos problemas de matemáticas», dice.

Soledad no tiene ningún problema en el instituto. Sus ganas de aprender son uno de esos actos heroicos que, por cotidianos, no suelen quedar reflejados en ninguna parte. «Tiene mucho mérito venir a clase después de haber cumplido los 50 años para aprender a leer y a escribir», reconoce el jefe de estudios del centro.

Pero no es la única que, de una u otra manera, ha hallado el modo de superarse. También en EBI, pero ya en el nivel II está una joven colombiana que dejó la escuela a los diez años para ponerse a trabajar. La vida le obligó y no le quedó más remedio. Se llama Andrea y ahora que puede cuenta como, a sus 30 años, el objetivo es «lograr una educación mejor».

En su clase está también José Manuel. Tiene 47 años, trabajó en la construcción, pero la crisis de la burbuja inmobiliaria lo lanzó directamente al paro. La suya es una historia que, más allá de particularidades, resulta muy común en Galicia. La de personas que cuando la tasa de desempleo era baja dejaron de estudiar y ahora se han dado de bruces con otra realidad. Lleva más de dos años en paro y dice que ha vuelto a estudiar «para estar máis entretido», pero también reconoce que la idea es mejorar su formación.

A José Manuel la vida le da ahora la oportunidad de retomar algo que dejó aparcado cuando tenía 15 años para lanzarse directamente al mercado laboral. Lo recuerda muy bien. «Había que escoller e daquela quixen traballar. Eramos varios na casa e había moito que facer», explica. Aunque está en EBI probablemente pronto dé el salto a la ESA.

Ahí estudia ya Adelaida. Es de Portugal. Tiene 44 años. Se quedó viuda y para dar ejemplo ha vuelto a coger apuntes. «Teño fillos. Cando quedei viúva tiven que pensar en que tiña que reorganizar a vida e dar exemplo aos rapaces», dice.

Y el ejemplo cundió. Uno de ellos, explica, ya ha superado la Enseñanza Secundaria Obligatoria y ahora está en bachillerato. Madre e hijo son alumnos del mismo centro. Lo lograron por la tenacidad de Adelaida. Porque no se asustó nunca y porque no le dio miedo volver a coger una libreta, sentarse ante un encerado y escuchar la explicación del profesor.