El exministro cumple una antigua promesa, hacer el Camino Francés

Xosé Ramón Penoucos Blanco
x. r. penoucos SARRIA / LA VOZ

GALICIA

15 jun 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

Hace un par de años que el por aquel entonces ministro de Fomento, José Blanco, se hizo a sí mismo la promesa de hacer el Camino de Santiago, limitando su aventura a completar el tramo gallego desde O Cebreiro hasta Compostela, que pasa por su tierra natal, Palas de Rei.

Un problema familiar le impidió cumplir en aquel momento su promesa y dos años después, momentáneamente apartado de la primera línea política, decidió cumplir con aquel reto que no pudo completar siendo ministro. «Era algo que tenía pendiente y consideré que era el momento de hacerlo», manifestó en pleno descenso al casco urbano de Triacastela.

El de Palas y un reducido grupo de amigos partieron a media mañana de O Cebreiro, aunque su presencia no pasó desapercibida para los peregrinos, más para los españoles que los extranjeros, que se paraban a charlar con él y solicitaban hacerse una foto de recuerdo, a lo que el político se prestó sin ninguna reticencia.

La primera parada para retomar fuerzas fue en Fonfría y un buen trozo de empanada les dio al grupo la energía necesaria para continuar. Un poco después los invitaron a una filloa solo a cambio de la voluntad y cayeron en la tentación, conscientes de que restaba un tramo duro y era preciso recuperar calorías.

Comprobando obras

Un verdadero animal político como José Blanco no puede desconectar de su actividad ni en plena naturaleza y tampoco lo oculta. «Al mismo tiempo que me relajo y disfruto de la ruta también aprovecho para ver el estado de alguna obra en la que colaboré cuando ocupaba la cartera de Fomento con cargo al 1 % cultural», reconoce.

A pesar de ser un lucense de pro y de conocer la provincia de cabo a rabo, José Blanco reconoce que le impresionó la belleza de algunos lugares por los que pasó. «El paisaje entre O Cebreiro y Fonfría y la entrada en Triacastela es algo impresionante», reconoció mientras se detenía unos segundos para observar con detalle en Ramil un castaño de ochocientos años que es uno de los grandes reclamos de la ruta.

En Triacastela llegó el momento de reponer fuerzas y nada mejor que unos callos en el Vilasante para recargar pilas de inmediato y estar listo y dispuesto para asumir la segunda etapa, aunque no tenía claro si la haría hoy o la aplazaría para otro fin de semana. En sus planes está completar el recorrido en etapas alternas, la mayoría los fines de semana, sin marcarse una fecha para llegar a Santiago. «Estoy sorprendido de lo bien que me encontré físicamente. Tenía cierto respeto por la dureza de esta etapa, pues me dijeron que era de las más duras», concluyó José Blanco.