Un fisterrán que superó tres naufragios: «¿Medo ao mar? Iso nunca»

Patricia Blanco
patricia blanco CARBALLO / LA VOZ

GALICIA

MARCOS RODRÍGUEZ

Agustín Traba Estévez, de 56 años, se reponía ayer del que pudo ser su cuarto naufragio

14 jun 2013 . Actualizado a las 17:52 h.

Las historias de mar, reales, vividas, surgen de la boca del fisterrán Agustín Traba Estévez, Tinito, como auténticas matrioskas. Unas cuantas líneas resultan insuficientes para escribir todo lo que él contaba ayer mientras, tomando un poco de mate «á caloriña», se reponía del que pudo ser su cuarto naufragio. Sobre las 22.30 horas del miércoles, a seis millas de la costa, le reventó la batería de su barco, San Guillermo, de siete metros y medio de eslora. Había salido a pescar lubina y acabó siendo remolcado en una noche de «néboa espesa» por Salvamento Marítimo. Llegó a Fisterra pasada la medianoche de ayer, día 13. A las dos de la tarde almorzaba y comía; la mañana la pasó «entretido» revisando qué pasó en su embarcación. El mar, dice, es su pasión, pero «tamén o meu traballo». No quiere darle importancia a lo ocurrido porque quizás es el menor de los percances que ha tenido este fisterrán en el mar, donde pasa más tiempo que en tierra. Aun así, Tinito admite que resulta curioso el hecho de que todos sus naufragios -van tres, casi cuatro- ocurrieran un día 13. También su padre, Agustín Traba Rey, «home que amaba o mar e morría por el», falleció un 13. Un 13 del mes de mayo, cumpleaños de su madre.

l primero de los naufragios de este mariñeiro ocurrió en África, «sobre o ano 77 ou 78». El segundo, ya años más tarde, a bordo de su barco Leste. Ambos fueron graves, pero peor resultó el tercero, en febrero del 2003. Pasó veinte horas solo en medio de la noche y del agua, subido a la quilla de su lancha María, perseguido por la muerte. Lo rescató un helicóptero y cuando llegó a tierra, «o meu corpo estaba ríxido, nin sentía frío nin calor». Antes de ser salvado, se acordó de su mujer, María, de su «guapa, guapísima» hija Claudia e incluso tarareó Color esperanza. Porque Agustín, además de creer en el Santo Cristo de Fisterra y en la Virxe do Carme, también canta. Le canta al propio mar, como su padre.

«Non me asusta o número»

Hoy, Tinito tiene 56 años. A los nueve dio los primeros pasos en el mundo marítimo, con su abuelo. A los 17, hizo su primera campaña en Sudáfrica, de las que duran once o doce meses. No le asusta el número 13, porque el 13 le recuerda a su padre: «En cada gaivota vexo o seu espírito». Su padre le enseñó que una gaviota indica dónde está el banco de peces y Tinito rememora que el día del entierro de su progenitor, un ejemplar se posó sobre el coche fúnebre, para después «picar na ventá» del lugar donde velaban el cuerpo. «Quería entrar», se emociona: «Existen cousas, moitas cousas, que para crer hai que vivilas».

Ama el mar y la literatura. Escribe. Siente morriña cuando sale de Fisterra y dice, citando a Rosalía, que «non hai terriña coma a nosa». Volverá al mar: «¿Como non vou volver? ¿Terlle medo? Iso nunca. Respecto si, pero é a natureza do mar, enfádase, aínda que o destino ás veces hai que saber evitalo». Todas las mañanas, por cierto, Tinito calza primero el pie derecho.