«De no meterme en el medio, habría matado a mi novia y a su madre»

La Voz JAVIER ROMERO | RIBEIRA / LA VOZ

GALICIA

CARMELA QUEIJEIRO

El hombre que fue apuñalado cuando protegía a su pareja y a la madre de esta relata los hechos

10 may 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

Antonio, su novia y la familia de esta viven desde ayer mucho más tranquilos. El Juzgado de Ribeira decretó prisión provisional para el que hasta ahora era cabeza de familia, F.J.I.S., por entender que había muchas posibilidades de que intentase una vez más enfocar su ira contra ellos en forma de violencia doméstica, rompiendo la orden de alejamiento que le impide acercarse a menos de 500 metros de su casa, esposa e hija menor de edad. El calvario por el que pasa esta familia del municipio coruñés de A Pobra comenzó hace años. Concretamente en el 2007, cuando tuvo lugar la primera agresión física contra su mujer, con la que lleva casado 27 años.

Estas acciones germinaron en forma de bofetada, aunque el castigo psicológico ya llevaba años aflorando. La víctima principal fue siempre su esposa, M.I.L.L., que junto a sus tres hijos padeció este viacrucis en la intimidad del hogar. El lunes, y en ese mismo escenario, se vivió el episodio más dramático. Lo recuerda Antonio, que frenó, valiéndose únicamente de su fuerza, las embestidas con cuchillo del padre de su novia. «De no meterme en el medio hubiese matado a mi novia y a su madre», explicó ayer este joven con el brazo lleno de cortes por las cuchilladas que recibió el lunes en presencia de ambas, que no escondieron el miedo que aún agarrota sus cuerpos.

«Mi temor es que vuelvan a soltarlo, como el martes, un día después de intentar acabar con todos y destrozar parte de la casa», explicó su esposa, que, minutos después, al conocer la orden de prisión preventiva impuesta por el Juzgado de Ribeira, ya respiraba más tranquila. Y es que F.?J.?I.?S. permanecerá en el penal de Teixeiro hasta el día del juicio.

Múltiples adicciones

La vida ociosa de F.J.I.S. está llena de sombras. Sobre todo por las noches. Al parecer, y según relatan diferentes vecinos de la villa de A Pobra, es normal «verlo consumiendo drogas». Esta espiral destructiva no es nueva para su familia. De hecho, la conoce e intenta ponerle remedio sin éxito. Al parecer, él siempre negó cualquier adicción y la justificaba como algo puntual. Sin más. Lo que parece claro es que el día que intentó acuchillar a su yerno, en presencia de sus hijas y de su mujer, no estaba bajo los efectos de ningún estupefaciente. Según parece, el motivo que originó esta vez la pelea fue económico. F.J.I.S. adeuda una importante cifra económica en multas por capturar pescado de talla no reglamentaria. Parte del importe de esas sanciones ya fue pagada por su mujer. El problema es que existe una multa del 2009, cuyo importe también es abultado, que nadie conocía y que ha derivado en una amenaza de desahucio. La mala noticia llegó por correo postal y F.J.I.S. no pudo evitar que la cruda realidad saliese a la luz.

«Intentamos hablar con él, decirle que tenía que pagar, ya no por él, que lo hiciese por su mujer y su hija pequeña para que no pierdan el piso -lo pagó el matrimonio a partes iguales-», recuerda Antonio antes de continuar: «Le dio igual... dijo que no le importaba nadie y se volvió loco. Fue a por su mujer y yo me puse en medio y lo reduje cinco minutos en el suelo hasta que se calmó».

El hombre se dirigió al centro médico con la intención de hacer un parte de lesiones para presentar una denuncia contra su yerno. Mientras, Antonio y su novia acudieron a la Guardia Civil con el mismo objetivo. De regreso a casa, recibieron la llamada de M.I.L.L., que pedía ayuda y aseguraba que su marido había regresado más enfadado. Al llegar, Antonio se encontró una habitación destrozada y a su suegra muy asustada. El agresor se encaró con él antes de dirigirse a la cocina para armarse con un cuchillo. Antonio lo encerró, pero a través de un hueco de la puerta le asestó varias cuchilladas: «Lo intentó en el pecho, pero no lo consiguió, solo pudo darme en el brazo. Llamamos a la Guardia Civil y estando dos agentes delante intentó otra vez atacar a su mujer. Fue entonces cuando lo esposaron y se lo llevaron». Lo que viene después ya es público. Recién salido del cuartel y con una orden de alejamiento en vigor, regresó a casa. «Lo hizo para matar a su esposa, estoy seguro; menos mal que la Policía Local llamó a casa para darnos un recado y vieron que estaba allí. Eso ha sido fundamental para argumentar su ingreso en prisión», recuerda un todavía convaleciente Antonio.