El naufragio que tapó el «Prestige»

Pablo González
pablo gonzález REDACCIÓN / LA VOZ

GALICIA

El navegante solitario Philippe Monnet volcó con su trimarán en el mismo temporal que condenó al petrolero

05 may 2013 . Actualizado a las 13:04 h.

-Y hay un trimarán que me parece que estaba volcado o algo así.

-Había pedido ayuda, y los helicópteros ni siquiera pueden ni salir.

-Pues ¡no jodas!

-Y había un barco de guerra inglés por allí que está echando una mano. Iban a intentar ahora a ver si podían de nuevo salir.

-¿Qué tripulación es?

-Uno.

-¿Un tío solo?

-Es que estos franceses por esta época siempre hacen lo mismo.

La conversación grabada evidencia el nerviosismo en los centros de salvamento el 13 de noviembre del 2002. El temporal se había complicado demasiado. Y poco antes de la mayor emergencia marítima de la historia, un francés vuelca con su trimarán Sopra en medio de la tempestad. El naufragio del navegante solitario ni siquiera mereció una línea en los periódicos. Y ello a pesar de que su protagonista, Philippe Monnet, es un experto en grandes travesías y cuenta en su haber con varios récords mundiales. En aquel momento estaba realizando la Ruta del Ron entre Saint-Malo (Francia) y Pointe-à-Pitre (isla de Guadalupe, en el Caribe), pero no pudo terminarla. El mismo temporal que acabó con el Prestige terminó con sus esperanzas de ganar la regata.

Aunque sufrió el accidente el 12 de noviembre del 2002, Monnet no pudo ser rescatado hasta el día siguiente, apenas dos horas antes de que el Prestige, que estaba a unas 15 millas de distancia de su multicasco, lanzara el mayday. Los trimaranes están preparados para los vuelcos con escotillas, por lo que pudo pasar la noche en el interior de la embarcación a la espera de que lo rescataran. Más de diez años después, Monnet recuerda perfectamente aquellas horas de espera para el rescate. «En realidad nunca temí por mi vida. Lo bueno que tienen los trimaranes es que nunca se hunden», aseguró a La Voz hace unos días.

«Una ola enorme»

Monnet, que prepara una doble vuelta al mundo en solitario, estaba un tanto sorprendido de que alguien se interesara por un suceso tan lejano en el tiempo. Hubo que explicárselo con calma. En el juicio por la marea negra su nombre ha sido utilizado por la defensa del armador y de Mangouras para sustentar la teoría de que una ola extrema podría ser la causa de la avería inicial. Para avalar esta tesis, el perito oceanográfico John Osbourne utilizó las declaraciones de Monnet a una revista especializada en navegación deportiva. Allí calificaba la situación de «dantesca» y relataba que «una ola enorme» le hizo «volcar de inmediato». Se cayó al agua, pero pudo volver al trimarán no sin dificultades. «Estaba tan sorprendido que me preguntaba si estaba soñando [...], después me fui a la cama. Me sentía seguro en mi barco volcado», dijo a la revista Voilers et Voilers.

Así que, por paradojas del destino, un naufragio que fue eclipsado por la mayor marea negra de la historia de España recupera su importancia para sustentar una tesis judicial sobre la causa del accidente. Diez años después, no obstante, Monnet relativiza en cierta medida las circunstancias de su accidente. Recuerda que había un mar rompiente «muy malo, con olas de 12 metros, pero las he llegado a ver de 30 metros más al sur», dice. Pero coincide con los peritos del armador en que lo especial de aquel día no era tanto la altura de ola como un mar absolutamente rompiente «y el ángulo de las olas, que era de unos 45 grados», comenta.

El vídeo del Pesca I, el helicóptero que lo salvó, es un documento extraordinario para comprobar la fiereza del mar aquel día. Como si todo el océano estuviera siendo agitado desde todas las direcciones para lograr la tormenta perfecta.