En Galicia, gracias a una política de acción social planificada en la que se prima la prevención y los programas de ayuda a las familias (acogimiento familiar, programas de trabajo con familias y adopción, entre otros), ha descendido notablemente el número de niños que precisan estar en un centro residencial. Quiere decir esto que, a mi juicio, estamos en un buen camino.
Ahora bien, no quiere decir que estén resueltos los problemas. Sigue habiendo muchos niños en centros sociales que no tienen una visión de futuro esperanzadora. Y esto nos tiene que llevar a todos los profesionales a buscar nuevas alternativas que hagan que los niños y niñas no lleguen a su mayoría de edad sin una solución de futuro familiar, estable y segura.
Necesitamos un mayor esfuerzo en programas de apoyo a las familias, para que aquellas que puedan salir del problema que implicó una separación de sus hijos se recuperen y puedan reunificarse. En caso contrario, necesitamos de programas más potentes de acogimiento u adopción, que den solución a estos niños que por justicia tienen que encontrar una familia dispuesta a ofrecerles algo que se les ha arrebatado, para que puedan tener un futuro esperanzador y un apoyo en el día de mañana.
Mención aparte merecen los jóvenes que llegan a los 18 años sin una estructura familiar adecuada y que se tienen que enfrentar solos a la vida, con la situación que estamos atravesando: crisis económica, falta de trabajo, falta de medios... Y en esto tenemos que buscar entre todos soluciones que sean válidas y verdaderas.