Las cofradías que cobraron no lo dudan: «El "Prestige", cuanto más lejos, mejor»

Pablo González
Pablo González REDACCIÓN / LA VOZ

GALICIA

Los patrones mayores arropan sin matices la gestión de la Administración

25 abr 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

Hay anécdotas que por sí solas bastan. El patrón mayor de Portonovo, José Antonio Gómez Castro, relató ante el tribunal una asamblea de cofradías convocada en plena emergencia por el accidente del Prestige. Todos estaban a favor de llevar el petrolero «cuanto más lejos, mejor», como ayer recordaron los cuatro patrones mayores que declararon como testigos. Pero una voz disonante se abrió paso entre el murmullo mayoritario a favor del quinto pino. Era un bateeiro de la ría de Arousa. Comentó que lo mejor era llevar el petrolero a A Coruña para descargarlo en el pantalán de Repsol. Los representantes de las cofradías del área coruñesa reaccionaron indignados, recordando sus experiencias con el Mar Egeo o el Urquiola. Lo invitaron a que lo metiera en su ría. El bateeiro les respondió que Arousa era demasiado rica para ser sacrificada.

«En mi casa no lo quería». Esta frase del patrón mayor de Porto do Son, Tomás Fajardo Dacosta, refleja el espíritu reinante en las 63 cofradías que formaron la comisión de afectados por la marea negra que, con el hábil abogado Ramón Sabín como mediador, pactó con el Gobierno unas indemnizaciones rápidas y generosas a cambio de la paz judicial. Estas cofradías, que agrupaban a la inmensa mayoría de los afectados -cerca de 20.000-, no acusan a la Administración, como sí hacen las de A Pobra o Noia, entre otras, de ahí que sus abogados fuesen especialmente incisivos con unas víctimas que no solo no acusan, sino que cierran filas de forma entusiasta con las decisiones del Gobierno, que al parecer consultó con ellos -de forma difusa- el alejamiento.

«Nadie quería que le trajeran tremenda mole cerca», abundó Tomás Fajardo. Evaristo Lareo, actual patrón mayor de Caión pero cabeza visible de la comisión y de la Federación de Cofradías, también se refirió a otra reunión en Muxía, al día siguiente del accidente. «Cando soubemos que o barco estaba enganchado, aplaudimos que o levaran para fóra», dijo. La intensidad del vertido no sería igual, alegaron. «No é o mesmo que te cheguen 100.000 toneladas de contaminación que 1.000 ou 2.000», añadió Lareo. «Al afectar el vertido a más territorio quizás la afectación no sería tan grave, tan concentrada», concluyó Fajardo. Después de conocerse los efectos del alejamiento, admitió Lareo, «cada quen cambiaría de opinión».

Varios letrados, entre ellos Alberto Muñoz -que representa a la cofradía de A Pobra, entre otras- les preguntaron insistentemente si lo que querían era que «se repartiese el vertido», como finalmente sucedió. José Antonio Gómez no tuvo ningún empacho en decir que prefería el rumbo noroeste y que el vertido afectara a países como el Reino Unido, al que culpa de haber asegurado al Prestige. El patrón mayor de Portonovo también admitió que propuso «incendiar» el petrolero. «Si a mi casa llega un perro con pulgas lo mando para otro lado», declaró Gómez Castro.

Similar comparación utilizó el patrón mayor de Fisterra, José Manuel Martínez. «Si tengo una bombona [que va a explotar] en la cocina, no la pongo en el salón. La tiro por la ventana», afirmó. El responsable de esta cofradía cree que si el petrolero se hubiera refugiado en el seno de Corcubión «a día de hoy estaríamos pidiendo por las puertas». Alegó, además, que no era un buen lugar para el refugio por los vientos del suroeste. Una abogada le hizo una pregunta clave: «¿Si no hubiera sido indemnizado apoyaría la decisión del Gobierno?». Contestó que sí.

Por otra parte, Heliodoro Rey, exjefe de la torre de control de A Coruña, se unió al grupo de mandos pro refugio: «Barco averiado, barco atracado», dijo.

«Cando soubemos que o barco estaba enganchado, aplaudimos que o levaran para fóra»