Feijoo lleva a Dorado al Parlamento

m. cheda SANTIAGO / LA VOZ

GALICIA

Dorado

Explicará en la Cámara detalles sobre su antigua relación con el narco

10 abr 2013 . Actualizado a las 11:31 h.

Afronta hoy Feijoo su día D, D de Dorado. Por quinta vez desde su nombramiento como presidente de la Xunta, en abril del 2009, el líder del PPdeG comparece ante la Cámara para rendir cuentas; en esta ocasión, por su antigua relación con Marcial Dorado, encarcelado en el 2003 por narcotráfico. Acude al hemiciclo, amén de con balas de contraataque en la recámara, al objeto de aventar su honradez y de «abundar» en las explicaciones ya aportadas hasta la fecha, según su entorno. Y a fe que deberá profundizar en ellas. Deberá aclarar al menos media docena de cuestiones importantes.

¿Cuándo cesó su contacto con el narco?

El 1 de abril, una jornada después de que El País publicase unas imágenes de hace 18 años en las que aparece junto a Dorado, Feijoo aseveró en rueda de prensa: «Lo conocí a partir del 94 o 95», o sea, cuando él era número dos de una Consellería de Sanidade que dirigía José Manuel Romay Beccaría, y el arousano, alguien cuyos vínculos con el contrabando de tabaco la prensa ya había revelado. «En el 98 -agregó- esa relación se va enfriando». Y concluyó: «Creo que la última vez que lo vi fue como consecuencia de la muerte en accidente de tráfico de Manolo Cruz», fallecido el 5 de agosto de 1999. No obstante, transcurridas 48 horas de esa declaración, el captor del narco, el juez Vázquez Taín, reveló la existencia, desde el 2001 hasta el 2003, de «una o dos» conversaciones «absolutamente inocuas» entre Feijoo y Dorado. Al contrario que la oposición, el jefe del Ejecutivo autónomo estima «perfectamente compatible» su versión con la del magistrado, quien también ha exonerado públicamente al líder del PPdeG de delito alguno.

¿Cómo lo «irrelevante» ahora antes no lo era?

«Si tuviese alguna duda de que estas fotos podían afectar a mi carrera política, no me hubiese presentado en el 2006 a ser presidente de mi partido, [...] son irrelevantes», espetó Feijoo hace nueve días. Sin embargo, dos más tarde, La Voz desveló que en noviembre del 2003, en cuanto supo que la policía había encontrado dichas imágenes durante un registro en la mansión del narco, el de Os Peares llegó a poner su cargo de conselleiro de Política Territorial a disposición de Manuel Fraga, quien, tras realizar pesquisas, rechazó su dimisión. Aquello lo hizo en caliente, cuando se debía a un superior que ahora no tiene y como miembro de un Gobierno aún convulso por la desastrosa gestión del Prestige. Pero lo hizo. ¿Por qué ahora no?

¿Cuántos viajes hizo con él, cuándo y adónde?

Hasta hoy, Feijoo ha admitido viajes «de ocio» con el contrabandista «y más personas» por la ría de Vigo, Ibiza y los Picos de Europa, si bien no ha cerrado la puerta a otros. Tampoco ha sentenciado sobre quién financiaba esas escapadas.

¿Quién lo amenazó con publicar las fotos?

El dirigente popular se ha presentado ante la sociedad como víctima de un ataque personal lanzado con la pretensión de desprestigiarlo y para que cambie su modo de hacer política. Incluso ha denunciado que en la última década lo han amenazado con difundir las instantáneas que han terminado saliendo a la luz. ¿La mujer de Dorado, tal vez? «Clara e rotundamente, non», se limitó a contestar el pasado jueves. ¿Entonces quién?

¿De dónde han salido las instantáneas?

Implícitamente, Feijoo ha endosado al PSdeG y a su secretario xeral, Pachi Vázquez, cierto rol, aunque algo difuso, en la filtración a la prensa de las imágenes de la polémica. Pero se ha cuidado de ir más allá. Esta mañana, de acuerdo con uno de sus colaboradores, «acercará al quién, al cómo y al porqué de la publicación y pretendida manipulación» de ese material. Resta por saber cuán de lejos querrá adentrarse en esa senda.

¿Por qué preguntó a Cruz si era testaferro de Dorado si lo veía limpio?

El presidente ha reconocido haber preguntado al exchófer de la Xunta Manuel Cruz, antes de agosto del 99, si era testaferro de Dorado, lo cual no acaba de casar con la imagen de empresario limpio que él decía tener entonces del contrabandista.