La adolescente que presenció el ataque a su madre llora con frecuencia y duerme mal

e. g. s. lugo / lA voz

LUGO CIUDAD

El hermano mayor, de 22 años, tiene la responsabilidad de cuidar de sus hermanos y de dos hijos de uno y dos años

01 abr 2013 . Actualizado a las 17:38 h.

Esta tarde, a las 20.15 horas, habrá una misa por Helena Dumitru en la iglesia de la parroquia de A Milagrosa. Pero además de la ayuda espiritual, todo indica que la familia de la joven madre necesitará apoyo material. Quizá de modo especial su hija de trece años, que fue testigo de la agresión. Según cuenta su hermano Dan Dumitru, de 22 años, la chiquilla llora con frecuencia, tiene miedo y duerme mal. Este joven tiene ahora una gran responsabilidad; demás de tener otro hermano de nueve años y una hermana de tres, es padre de dos criaturas, una de un año y otra de dos.

Todo ha ocurrido demasiado rápido. La familia de la fallecida quiere enterrarla en Bucarest. Pero, de momento, según indicaron en la mañana de ayer, en lo que a ellos atañe, todavía no han puesto en marcha los trámites. Pretenden empezar en la jornada de hoy. Tampoco han acudido a los organismos oficiales en busca de ayuda.

Apoyo desde la iglesia

Los familiares de Helena Dumitru sí acudieron, según indicaron, a la iglesia parroquial, en la que el sacerdote -aseguran- se comprometió a buscarles ayuda, a hacer por ellos todo lo que esté en su mano. De momento, para esta tarde está anunciada una misa. Confía en que la gente les ayude a conseguir los recursos suficientes para el traslado a Bucarest.

El hijo mayor de la fallecida atiende a los periodistas mientras cuida de su hermana pequeña, de solo tres años. Dice que en cuanto puedan los niños volverán al colegio, aunque está preocupado, porque tienen miedo.

«A ver si pueden, a ver si tienen fuerzas», indica para anunciar que si están en condiciones él mismo los llevará al colegio. Y es que, según su versión, tras la brutal agresión, ni comen ni duermen bien.

Esta familia rumana, una parte de la cual se dedica a la recogida de chatarra, un material cada vez más disputado, lleva unos seis meses viviendo en la casa de la calle Camiño Real, en Lugo, en la que se produjo el brutal suceso. Hace varios años que están en España.