El asesino de los mellizos le dijo a la policía que había hecho justicia

alberto mahía A CORUÑA / LA VOZ

GALICIA

El colegio advirtió a la madre que no dejase a los niños solos con su pareja

07 mar 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

Los primeros agentes que se presentaron en la escena del crimen no daban crédito a lo que vieron y escucharon. Ayer lo contaron nada más comenzar la segunda sesión del juicio que se sigue por la muerte de los mellizos coruñeses en agosto del 2011. El policía que habló con el asesino confeso recordó que al preguntarle si era consciente de lo que había hecho, Javier Estrada le respondió que sí, que no se arrepentía de nada, que había hecho justicia porque cuando los niños fueran mayores se iban a ir contra él.

Igual de sorprendente fue la reacción de la madre de los pequeños, que se quedó como si nada cuando le comunicaron que sus hijos habían sido asesinados. «Me llamó la atención su tranquilidad, su actitud fría. No lloró ni necesitó ayuda psicológica», afirmó una agente. Otro policía añadió que ella les había confesado que la convivencia con el homicida «era complicada por sus cambios de humor». Mar Longueira les dijo que no le pegaba, pero sí que la insultaba. Ante esas declaraciones, la defensa de la procesada le preguntó a los agentes si todo el mundo tiene que comportarse de igual manera cuando le comunican la muerte de sus hijos o si llegaron a sospechar que tenía algo que ver con el crimen por su fría reacción. Respondieron que cada persona es un mundo y que pese a su comportamiento nunca sospecharon nada.

Llamada al teléfono del menor

Inmediatamente después se produjo uno de los testimonios más esperados, el de una mujer que fue amiga de Mar, la que llamó al teléfono del menor semanas antes del doble homicidio para denunciar que dos niños mellizos estaban siendo maltratados «sin que la madre hiciera nada para evitarlo». Pero su declaración se fue descafeinando a medida que la defensa de Javier Estrada, la abogada Lucía Rama, la iba poniendo contra las cuerdas por sus muchas contradicciones «entre lo que declaró a la policía, a la jueza instructora y en el juicio». Por ejemplo, en la fase de instrucción la mujer dijo que vio a Estrada tirarle fuertemente de las orejas a Adrián, pero ayer afirmó que fue a Alejandro. Sea verdad o inventado, esta mujer, que se presentó voluntariamente en la comisaría a los diez días del doble homicidio para denunciar que lo ocurrido «se veía venir», relató que conoció a la pareja meses antes del crimen. Y muy pronto descubrió que él maltrataba a los niños y que ella miraba hacia otro lado, pese a las muchas veces que habló con Mar Longueira para «suplicarle» que dejara a ese hombre. ¿Por qué ese consejo? «Porque Javier siempre estaba gritando a los niños, siempre hablaba mal de ellos, decía que eran como animales, que no tuvieron un padre que los educara», aseguró.

Esta mujer asegura que Mar Longueira «sabía perfectamente lo que él les hacía a los niños». En una ocasión -añadió-, la propia Mar le confesó que querían meter a los pequeños en un centro. Incluso la abuela de los mellizos le dijo llorando eso mismo. «Lamentablemente», su amiga no le hizo caso «porque estaba muy enamorada, solo veía por sus ojos».

Recordó además que en una ocasión uno de los pequeños la llamó por teléfono para contarle que Javier lo había agarrado por el cuello diciéndole que lo iba a matar». Al hablar del asunto con Mar, esta le dijo que «se le había ido la cabeza». En cuanto a la llamada al teléfono del menor, realizada en junio del 2011, relató que quedó en nada porque «me tomaron como una cizañera».

Los nietos, «bien atendidos»

Tras ella entró en la sala la abuela de los pequeños. Para aclarar una cosa principalmente: «Digo con la mano en el corazón que mis nietos fueron muy bien cuidados». Negó que los quisieran meter en un centro, y sobre Javier apuntó que le «parecía un buen chico».

El hermano de los mellizos recordó a Adrián y Alejandro como niños «muy revoltosos», incluso a veces «insoportables». Pero estaban bien atendidos por su madre. En cuanto a Javier, reconoció que no le caía bien, de ahí que evitase ir a casa de su madre cuando estaba él. Porque no le gustaba verla con otro hombre. Reconoció que en una ocasión el procesado abandonó a su suerte a uno de los pequeños en la calle y que una vez vio cómo les tiraba de las orejas. Respecto a lo que declaró en la fase de instrucción, que el procesado y su madre querían internarlos en un centro porque «Javier les tenía poco afecto», se desdijo. Ayer puntualizó que solo los querían cambiar de centro.

Muchas contradicciones

Ese cambio de declaración se suma a la montaña de contradicciones que se han ido escuchando en las dos sesiones del juicio. Pues ya son muchos los testigos que dicen digo donde antes habían dicho Diego, tanto a favor como en contra de los procesados.

Así, para conocer lo que pensaba de los acusados la orientadora del centro escolar de los mellizos hubo que escuchar a la trabajadora social del Sergas. La primera dibujó a una madre casi modélica y a un padrastro al que los niños querían mucho. La segunda, que declaró después, recordó que esa misma responsable del colegio le refirió en una ocasión que le había pedido a Mar Longueira que no dejase a los niños solos con Javier.

Por eso la declaración de la responsable del centro no gustó nada a la acusación particular ejercida por el letrado Joaquín de la Vega, que pidió medidas procesales contra esa testigo.

La trabajadora social recordó que en una ocasión, cuando hablaba con la madre, Estrada entró diciendo a gritos: «Nadie hace nada con estos niños, que los mediquen». Ante esto, cuando volvió a entrevistarse con Mar Longueira, le dijo: «No puedes permitir que esa persona descalifique así a tus hijos». Le explicó también que tendría que replantearse lo que hacía esa persona con sus hijos.