El Gaiás de nunca acabar

m. cheda SANTIAGO / LA VOZ

GALICIA

La Xunta ignora cómo rematar la Ciudad de la Cultura 12 años después de colocar su primera piedra y tras haber gastado allí ya 287,6 millones

26 feb 2013 . Actualizado a las 19:37 h.

Andaba Feijoo por Correos. Corría el 2001, mediado febrero, cuando la Xunta se embarcó en la aventura de levantar sobre un monte a las afueras de Santiago un faraónico complejo sin plazos, planos, presupuesto ni propósito ciertos: el Gaiás. Hoy, 12 años después de poner al invento su primera piedra, el Gobierno autónomo todavía no ha decidido cómo va a rematarlo. Por el camino, además, el cerdito común de los gallegos ha ido perdiendo muchas monedas, una barbaridad: el doble de lo que el Ejecutivo de San Caetano destinará a dependencia en el 2013.

Según un recuento oficial elaborado con datos actualizados a principios de este mes, la Ciudad de la Cultura ha detraído ya del erario, sumando proyecto, obra y equipamiento, 287,6 millones, casi el triple del tope que, teóricamente, iba a costar en su conjunto: 108.182.178 euros. Y eso que, en estos momentos, solo ha concluido la construcción y urbanización exterior de cuatro de los seis edificios ideados por el arquitecto estadounidense Peter Eisenman, ninguno de los cuales se dedica a los usos para los que inicialmente habían sido concebidos: Biblioteca e Arquivo de Galicia, Centro de Emprendemento Creativo, Museo Centro Gaiás y Centro de Innovación Cultural e Modernización Tecnolóxica.

En el espacio sobre el que deberían erigirse los dos inmuebles restantes (una especie de enorme palacio de la ópera y otro contenedor que, tras siete bandazos, ahora carece de finalidad definida) hay sendos agujeros, uno de ellos parcialmente rellenado con cimientos y el otro, completamente vacío. Su ejecución se encuentra paralizada, por contrato, hasta el 2014 y, por compromiso verbal del presidente de la Xunta, al menos hasta el 2018. No en vano, llevarlos a cabo y dotar sus interiores acercaría la factura final del recinto a los 475 millones, de acuerdo con los más recientes cálculos gubernamentales.

Al poco de tomar posesión de su cargo de secretario xeral de Cultura, en enero del 2012, Anxo Lorenzo anunció el encargo de estudios técnicos para determinar qué hacer con los inmensos huecos: taparlos con lonas, cubrirlos con tierra, sellarlos definitivamente y dar con ello carpetazo al plan original de Eisenman... ¿Qué fue de aquello? «Aínda non hai novidade. Cando a haxa, se a hai, comunicarémola», reconoce, consultado acerca de ese asunto, el citado alto cargo. Dicho de otro modo, el Ejecutivo no ha adoptado al respecto más resolución que seguir dejando todo como estaba, sin pensar a largo plazo.

¿Y el efecto Guggenheim?

Abierto al público a comienzos del 2011, entretanto, el Gaiás está recibiendo un promedio diario de visitantes muy inferior al aguardado: según la Xunta, 910, la inmensa mayoría de los cuales no deja un solo céntimo en taquilla, frente a las casi 2.700 personas que recorren el Guggenheim Bilbao cada jornada, todas pagando entrada. Del perseguido efecto estimulador del turismo nada se sabe aún, pues.

Tampoco marchan mucho mejor las cosas en el ámbito de los gastos corrientes. Si bien no han alcanzado los desorbitados niveles pronosticados por los expertos en un principio, no han dejado de aumentar hasta triplicarse a lo largo de los últimos 24 meses, en parte, debido al traslado al complejo de oficinas, servicios públicos e instalaciones informáticas que el Gobierno ha optado por reagrupar allí para ahorrar en alquileres e insuflar algo de sentido en la cuna del despropósito. Así, en energía eléctrica, gas natural, limpieza, tareas de mantenimiento y labores de vigilancia, la fundación pública que maneja la Ciudad de la Cultura desembolsará hasta 7.964.005 euros entre este verano y el del 2015, a tenor de una licitación en marcha. O sea, 76.577 por semana. Otro pico.