El ourensano perdido murió a 400 metros de donde lo buscaban

Marta Vázquez Fernández
marta vázquez OURENSE / LA VOZ

GALICIA

Miguel Villar

Pereció de frío en el fondo de un barranco de 20 metros de profundidad. Desapareció el domingo y se comunicó con sus hijos por móvil, la última vez el lunes

13 feb 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

El rescate llegó demasiado tarde. El octogenario que se perdió en la tarde del domingo en las inmediaciones de la capital ourensana murió de frío antes de ser encontrado por agentes del Seprona en un barranco de unos veinte metros de profundidad, en el que cayó tras salir a dar un paseo y del que ya no pudo salir.

Los agentes del servicio de protección de la naturaleza de la Guardia Civil lo localizaron minutos antes del mediodía de ayer en Eirasvedras, una zona cercana a la que se había rastreado intensamente durante las horas anteriores, aunque no el lugar en el que se creía que se encontraba. Las primeras hipótesis apuntan a que falleció entre la tarde y la noche del lunes, unas horas después de que mantuviese con sus hijos una última comunicación telefónica en la que aseguró que no veía el agua.

El propio Andrés Cadaya, de 85 años y vecino de Xestosa (Toén), fue quien dio la voz de alarma sobre su situación en la tarde del domingo, sobre las seis. Llamó a uno de sus hijos para decirle que había salido a dar un paseo por la zona termal de Ourense -un paseo de unos catorce kilómetros que transcurre a ambos lados del río Miño- y que se había caído en un barranco en el que había quedado atrapado. Parecía desorientado y no pudo dar detalles exactos del lugar en el que se había caído, pero dijo haberse encontrado con una mujer poco antes del accidente. Tras una intensa búsqueda, esa testigo fue localizada y confirmó haber visto a la víctima en la zona de Outariz, dentro de ese mismo recinto. Esos detalles también coincidían con la señal de localización que emitía el teléfono móvil del hombre, por lo que el rastreo -en el que participaron más de treinta personas, a las que se sumaron perros adiestrados, un helicóptero y una lancha- se centró allí.

Sin embargo, el octogenario estaba en otro lugar. Se cree que en algún momento de su paseo se salió del recorrido habitual y, a través de un paso subterráneo, pasó bajo el enlace a la autovía A-52 y la vía del tren, hasta un montículo situado al otro lado de la carretera. Pudo perder el equilibrio y caer en el barranco o tal vez trató de bajar por allí para buscar el camino de regreso. En línea recta, no lo separaban ni 200 metros de la zona en la que lo habían buscado el día anterior.

Los tres hijos de la víctima, que participaron activamente en la búsqueda, tuvieron que presenciar completamente desolados las labores de rescate del cadáver, que resultaron complicadas.

Una zona oscura y húmeda

Bomberos y miembros de Protección Civil tuvieron que utilizar cuerdas para izar el cuerpo del octogenario tras autorizarlo el juez. Posteriormente, el cadáver fue trasladado al complexo hospitalario de la capital, en el que se le practicó la autopsia. Fuentes de la investigación han señalado que la víctima no presentaba lesiones derivadas de la caída, por lo que se cree que su muerte se debió al frío. La zona en la que cayó no solo es bastante inaccesible sino además muy boscosa, oscura y cercana a un riachuelo.