Alguien puede tener la sospecha, malpensado, que los poderes públicos se afanan más en recortar prestaciones sociales que en reducir una burocracia que al país empieza a resultarle cara. Solo en la última legislatura, la sanidad gallega perdió 300 millones de euros, pero la Administración pública sigue igual de superpuesta que antes: cuatro provincias y sus cuatro diputaciones, 315 concellos que pasarán a ser 314 y una Xunta a la que le da pereza ponerse a dieta.
En otras latitudes resolvieron la ecuación con menos dilación. Italia eliminará 1.500 ayuntamientos y 36 provincias que no llegan a los 300.000 habitantes, y Grecia achicó el país a una agrupación de 679 municipios al suprimir los de menos de 10.000 habitantes. Tampoco se escapa la solvente Alemania, pues Sajonia-Anhalt, el Länd de la canciller Angela Merkel, redujo de 1.000 a 219 su número de municipios en una década.
¿Sanidad o burocracia? En Europa la respuesta consiste en ajustar por las dos vías. En España aún es más fácil recortar en mamografías que quitarle por decreto el bastón a un alcalde.