La oscura trastienda de Carballo

Juan Ventura Lado Alvela
j. v. lado CARBALLO / LA VOZ

GALICIA

JOSE MANUEL CASAL

La pujante capital de Bergantiños arrastra un problema de delincuencia y marginalidad enquistado y difícil de resolver

17 dic 2012 . Actualizado a las 12:11 h.

El despliegue de decenas de agentes de la Guardia Civil para acompañar a tres presidiarios carballeses en el entierro de un familiar ha vuelto a poner de manifiesto un problema de delincuencia y marginalidad enquistado en la capital de Bergantiños que ninguna Administración ha entrado a resolver realmente y que contrasta con la pujanza económica, social, deportiva y cultural del municipio.

Los barrios que circundan el casco urbano llevan décadas convertidos en focos de desempleo, violencia, desestructuración familiar, desorden urbanístico y delincuencia. La práctica erradicación del chabolismo y la mejora de las casas ha contribuido a mitigar la penosa situación en la que vivían muchos de los residentes en estas zonas y la detención de los individuos más problemáticos permite que las fuerzas de seguridad gocen de una etapa de relativa calma en cuanto a la presión de los delincuentes, pero el caldo de cultivo para que cualquier día vuelvan a florecer los robos con fuerza o el tráfico de estupefacientes sigue intacto.

Varios jóvenes, algunos de ellos todavía menores, ya han tomado el relevo de sus padres, tíos o vecinos, y el camino hacia los centros de internamiento, después de participar en todo tipo de fechorías, mientras que los mayores, cada vez que salen de la cárcel, tienden a reincidir y a adoptar las mismas conductas que los llevaron a prisión.

Esta realidad incómoda, y en la que la mayoría de la población prefiere mirar hacia otro lado para tener los menos problemas posibles, explica que todos los grandes despliegues policiales llevados a cabo en los últimos años, a excepción de la operación Orquesta, tuviesen lugar en las mismas zonas de Carballo.

La Guardia Civil, y en menor medida la Policía Nacional, han tomado estos barrios con decenas de agentes de áreas especializadas en enero y noviembre del 2011 y, de nuevo, en enero y septiembre de este año para perseguir el tráfico de drogas, buscar a un fugitivo, requisar perros que podrían ser utilizados en peleas y detener a los presuntos responsables de la mayor parte de los robos de tragaperras en los bares de la comarca y de las sustracciones de cobre. Cada operativo, además de consumir una cantidad importante de recursos públicos, evidencia que estos lugares continúan siendo núcleos muy cerrados, difíciles de investigar y en los que fallan tanto los planes de integración como las ganas de acogerse a ellos y aprovecharlos para salir de ese entorno.