Róterdam: el destino imposible

Pablo González
p. gonzález REDACCIÓN / LA VOZ

GALICIA

López Sors se desentiende del rumbo errático del buque y revela que los rescatadores iban a llevarlo a Holanda. Francia y el Reino Unido se oponían

23 nov 2012 . Actualizado a las 07:00 h.

Vigo, Cabo Verde, Gibraltar... Todos estos eran los destinos conocidos que manejaba la empresa de salvamento holandesa Smit para realizar un trasvase de la carga. López Sors precisó ayer que Vigo era inasumible, que Gibraltar tenía la ventaja de que el paso por el Estrecho podría ser libre... Pero, a preguntas del otro abogado de Nunca Máis, Alejandro Martín, reveló que en la reunión con Smit de la mañana del día 14 los representantes de la empresa de salvamento les comunicaron que el puerto holandés de Róterdam aceptaría el petrolero. «El problema era que ni el Reino Unido ni Francia les dejaban pasar por el canal de la Mancha.

López Sors, una vez entregado el buque a Smit y firmada la orden para que lo mantuvieran más allá de las 120 millas, se lava las manos sobre el rumbo. «No tuvimos nada que ver con el rumbo errático. Lo quisimos evitar», afirmó. De hecho, el polémico rumbo 330 (noroeste) fue, según su testimonio, el que tomaron inicialmente los remolcadores -concretamente el Sertosa 32- y luego se asumió como el más adecuado. «El rumbo emana de los profesionales, pues era el único con el que consiguen mover el petrolero».

Parece que nada es responsabilidad de la autoridad marítima porque, un día después, «llegan los rescatadores y la Administración española se retira, como marca el convenio internacional de salvamento». Incluso la decisión de mantener el alejamiento fue suscrita colectivamente en el gabinete de crisis «al quedarnos sin alternativas». «Los rescatadores mandaban. Nosotros no podíamos decidir el rumbo, solo hacer sugerencias para que avanzaran hacia el oeste». Eso sí, negó que el cambio posterior hacia el sur se debiera a presiones de Francia.

Evaluación del petrolero

El exdirector de la Marina Mercante reveló que conocía al inspector que bajó al Prestige a encender la máquina, Serafín Díaz, «desde hace 40 años» y argumentó que era la persona indicada para ir al petrolero «porque estuvo en todos los accidentes que hubo en la costa gallega desde los sesenta». Pero quizás no fue tan convincente para explicar i él era la persona a la que se refieren los protocolos para evaluar el daño estructural del buque.

El ingeniero naval ferrolano, de 72 años, admitió que España no tenía entonces un modelo para calcular la deriva de la marea negra. «Las corrientes en el Cantábrico son complejísimas. Era difícil predecirla».

-¿Era consciente de que todo llega a la costa tarde o temprano?

-Sabía que lo que se recogiera en el mar no llegaría a la costa.

El abogado de la otra acusación popular, la de los ecologistas de Arco Iris, fue más indulgente con sus preguntas. Manuel Meiriño cree que hay que relativizar la responsabilidad de España y centrarla en el armador. Lo contrario, resultaría «contraproducente para las finanzas públicas».