El capitán ribeirense del palangrero Eros, retenido en Liberia, y su tripulación afirman sentirse «desprotegidos»
18 nov 2012 . Actualizado a las 06:00 h.El «vuelva usted mañana» que por lo que parece también se practica en la Administración liberiana fue el detonante de que, nueve meses y dos días después de haber sido apresado en Sierra Leona, el capitán y a la vez armador del palangrero gallego Eros, de bandera portuguesa, decidiese sacar a la luz pública su caso: enmarañado en un proceso judicial en Liberia en el que se siente desprotegido e indefenso, que ya ha fundido los «pocos ahorros que tenía» y en una situación que se agrava cada día. Y todo porque, según cuenta Alberto Suárez, la licencia que les tramitó la agencia Interburgo Industrial -empresa coreana asentada en Liberia- «estaba alterada y la fecha de finalización era el 31 de diciembre y no el 31 de enero, como nos la habían facilitado». Además, como el permiso se emitió el 19 de agosto con retroactividad al día 1, «el agente se comprometió a arreglar con las autoridades la extensión de esos días y, finalmente nos dijo que ya lo había solucionado y podíamos seguir trabajando hasta el 19 de febrero».
Sabotaje económico
Sin embargo, el día 14 de ese mes, cuando el pesquero estaba en Freetown (Sierra Leona) para descargar sus capturas de cangrejo real, fue apresado y enviado a Monrovia escoltado por militares a petición del Gobierno de Liberia, que lo acusaba de sabotaje económico.
Desde entonces, ha afrontado dos juicios y entregado fianzas por importe de más de 300.000 dólares. La segunda, de 200.000, «todavía no sé si la han aceptado o no». Y de eso hace ya 7 meses. La burocracia, la lentitud exasperante, los procedimientos repetitivos están acabando de asfixiar al armador, que lleva ya «15 días esperando a conocer la nueva propuesta de sanción que Agricultura ha trasladado a Justicia». La última petición situaba la multa en 1,7 millones de dólares -rebajada desde los 2,8- y Alberto Suárez cree que con lo que ha entregado de fianzas es suficiente para regularizar la situación. Sobre todo teniendo en cuenta que los otros 28 barcos que, como el suyo sufrieron el problema, aunque no fueron enjuiciados, solucionaron el entuerto pagando 150.000 dólares. «Yo llevo pagado el doble», cuando se trata de atuneros de mucha mayor envergadura que su palangrero de 35 metros.
Y eso sin contar lo que le ha costado la estancia en Liberia. Además del hotel en el que le obligaron a hospedarse durante el juicio, los abogados, los víveres, el combustible, que necesitan para la vida a bordo y mantener con frío las capturas, e incluso los gastos sanitarios suman unos 200.000 euros. Lo ha pagado con ahorros y pidiendo dinero a familiares y amigos, pero «ya no puedo pedir para afrontar los salarios». Suárez dice que no pasan hambre, pero sí que han tenido que reducir gastos. Y lo han hecho restando carne de la dieta para ingerir más pollo, patatas y arroz en un país en el que un kilo de carne cuesta 20 dólares y un litro de leche, 4.