Natalia Vázquez perdió sus ilusiones al morir su marido. La asociación fue su vía de escape
23 ago 2012 . Actualizado a las 07:00 h.El día que a Natalia Vázquez le dieron la fatal noticia de la repentina muerte de su esposo, la vida que conocía se paró de golpe. «Me quedé viuda con 35 años y dos niñas pequeñas. El primer año fue muy difícil, solo me dedicada a mis hijas y no salía de casa. El mundo exterior dejó de existir para mí», recuerda Natalia con la voz entrecortada. Centrada en sacar adelante a su familia y con una escasa pensión de viudedad, se vió obligada a ponerse a trabajar.
Así pasaron 13 años, del trabajo a casa y de casa al trabajo, sin tener a nadie con quien compartir sus preocupaciones. Hasta que un día, por casualidad, se enteró de que existía la Asociación de Viudas de Lugo. Allí mujeres que habían pasado por su misma situación se arropaban y se aconsejaban. Y de esta suerte su vida dio un giro de 180 grados: «Desperté a la vida gracias a la asociación. Nos entendemos muy bien puesto que todas hemos pasado por lo mismo. Somos una gran familia».
Los jueves se reunen para merendar y llevan postres caseros. Además, llenan su tiempo con distintas actividades e incluso organizan viajes. «Criamos a nuestros hijos independientes y queremos seguir siéndolo. Ellos se inquietan si nos quedamos solas en casa y se sienten mejor cuando nos ven juntas», dice. Ahora, cuando recuerda aquella etapa, sin duda la más dura, suspira: «¡Qué pena no haberos conocido cuando me quedé viuda!».
natalia Vázquez ama de casa