Los accesos a la dársena coruñesa se han convertido en un foco de atracción turística

La Voz

GALICIA

06 ago 2012 . Actualizado a las 06:00 h.

El puerto exterior coruñés es una zona en obras a la que no está permitido el paso, sin embargo esa situación no impidió que numerosas personas se acercaran ayer al entorno para ver atracado el buque de carga Blue Marlin, en el que se están realizando labores de sujeción del Canberra, el casco construido por Navantia para la Armada australiana.

Atracado en el muelle de Langosteira, el Blue Marlin, con sus 225 metros de longitud compite, debido a que solo se puede ver a distancia, con los 390 metros del martillo del dique principal del puerto. Las dimensiones de los dos cascos son singulares, como lo fue su anclaje en la lámina de agua de Langosteira el sábado, que ha servido para dar a conocer unas instalaciones que también son singulares por su ubicación y magnitud.

Estas visitas, mayoritariamente familias que se acercaban a los principales miradores con la intención de fotografiar el carguero, también han supuesto para muchos la constatación del principal punto débil de Langosteira, aún, que son los accesos.

La construcción de la carretera, competencia del Ministerio de Fomento, lleva retraso y no solo no ha estado lista para la operación más mediática de las que se van a desarrollar en el puerto exterior, sino que tampoco lo estará para septiembre, cuando se espera el primer tráfico comercial. La previsión es que se acabe en el 2014.

Eso afecta a los accesos, estrechos y que incluso resultaban exiguos para soportar el paso de los vecinos de la zona. Para paliar esta situación, el Puerto ha ejecutado un vial interior, desde el polígono de Sabón, que elimina, al menos, tráfico pesado del resto de carreteras.