Fue una llamada corta y rápida. La dirección de la guardería no quiso alarmar a los padres de Cristina por teléfono cuando la sacaron del agua y le practicaron los primeros auxilios. Les pidieron únicamente que fueran lo más rápido posible: «Vengan, su hija tragó mucha agua». Poco alarmante. Tanto es así, según comentaba ayer un familiar, que los padres se llamaron dándose tranquilidad. De hecho, solo iba a acudir uno de ellos. Pero llegaron pronto. Y cuando lo hicieron, su hija ya estaba muerta. Durante 45 minutos, los servicios sanitarios de dos ambulancias lucharon por devolverla a la vida. No pudieron.
Momentos de tensión
Al llegar les comunicaron que nada pudieron hacer. «Fue un momento de enorme tensión. No había manera de dar consuelo a unos padres destrozados», según fuentes de la Guardia Civil de Betanzos que se encontraban en el centro. También estaba allí la propia conselleira de Traballo e Benestar, que se desplazó al lugar nada más conocer la noticia, llegando incluso casi al mismo tiempo que los padres. Junto a ella, el gerente del Consorcio Galego de Benestar, que ayer mostraba tras el funeral su profundo dolor. «Es una tragedia que nos ha golpeado a todos. Lo lamentamos profundamente. En estos momentos solo podemos estar al lado de unos padres deshechos y eso nos obliga a mantenernos prudentes ante la investigación abierta, tanto por parte de la Xunta como de la Guardia Civil», apuntó Roberto Rodríguez.
El gerente de Benestar pide además «comprensión» para las monitoras y que en estos momentos «tenemos que tener muy presente que no debemos hablar ni lanzar hipótesis mientras las investigaciones que están abiertas no concluyan».
Roberto Rodríguez tiene muy presente que su máxima preocupación en estos momentos, lejos de si se debe o no prohibir las piscinas en los centros infantiles, es «dar una explicación a los padres». Son ellos, según añade, con quienes «estamos volcados». Hoy se espera que el informe de la autopsia esté concluido.