La explosión levantó de la cama a los vecinos del edificio afectado y de los inmuebles más próximos. «Llovía fuego por la ventana de mi habitación», declaró Angela Abelha, vecina del segundo que tuvo que ser asistida por una crisis nerviosa. «Normalmente dormimos con la ventana abierta por el calor -explicó-. Ayer no lo hice porque fui al médico y tenía escalofríos. Si lo hubiésemos hecho, llegarían a la cortina y podría haber sido una verdadera desgracia».
Ramón Rodríguez, el dueño del bar Victoria aún no había cerrado el local cuando se produjo la explosión: «Tiña as persianas baixadas e pensei que estaban petando por fóra, pero cando abrín xa vin todo o lume saíndo polas ventanas. Había uns rapaces que berraban ??unha bomba, unha bomba??». La mujer de Ramón, Fina, se encontraba en casa y salió a la calle después de avisar puerta por puerta a sus vecinos para salieran a toda prisa.
La suerte quiso que ninguna persona más resultase herida. Justo enfrente del lugar de la explosión, al lado de un coche que quedó cubierto de cristales, suelen reunirse varios vecinos hasta las dos o tres de la madrugada, según recordaban los hermanos Óscar y Esteban Escudero: «Menos mal que ayer nos fuimos un poco antes. Si no, la explosión nos liquida aquí mismo», afirmaba Óscar, aún sorprendido al lado de su furgoneta, también afectada.