«Antes teníamos más morriña»

Gonzalo Bareño Canosa
g. bareño MADRID / LA VOZ

GALICIA

10 mar 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

«La gente ya no emigra de Galicia a Madrid. No hemos notado que lleguen más gallegos por la crisis. En lo que sí nos ha afectado es en las subvenciones que recibimos de entidades como la Xunta o el Ayuntamiento de Alcobendas». Es lo que opina Ovidio Cadenas, presidente de la Xuntanza de Galegos de Alcobendas y de la Federación de Asociaciones Galegas en Madrid (Fagama), que agrupa a la mayoría de los centros en la comunidad, y uno de los representantes más activos de la colectividad emigrante gallega.

«Yo vivía en un pueblo llamado Ermes que pertenecía a Negueira de Muñiz, en Lugo. Un pueblo muy pobre que lo dieron luego como ruinas. No veía futuro ahí y fui el primer emigrante del pueblo en 1963. Llegué a Madrid y tuve bastante suerte», explica. Asegura que los gallegos en Madrid han hecho «de todo» pero al ser «gente muy trabajadora, educada y que sabe dónde está, el que más y el que menos ha ido situándose».

Aunque se muestra orgulloso de la multitud de actividades en centros como el que preside en Alcobendas, cree que las casas regionales tienden a desaparecer porque ya no hay emigración. «Antes teníamos más la la morriña de juntarnos, ahora eso ya no existe», explica.

El desinterés de las nuevas generaciones de gallegos en Madrid por seguir vinculados a su lugar de origen se aprecia en el uso menos frecuente del idioma gallego. Aunque en las reuniones en la mayoría de centros se mantiene la costumbre de utilizarlo, en las casas se va perdiendo. Existe incluso un estudio académico titulado Gallegos en Madrid, actitudes y mantenimiento de la lengua gallega, elaborado por Asunción Villamil Touriño, que así lo demuestra.

Ayuda a los más necesitados

María Lage, vicepresidenta del Centro Gallego de Madrid, comparte la idea de que deben reciclarse para subsistir. Admite que cada vez son menos los emigrantes gallegos y que centros como el suyo subsisten en parte gracias a que ahora acuden nietos y bisnietos de gallegos que han regresado desde países como Argentina, Paraguay o Venezuela. Pero otros acuden también al Centro Gallego para recibir ayuda. «La gente que viene de un sitio y no tiene para comer viene aquí», asegura con orgullo.

María llegó a Madrid hace 26 años. «Vine por la música. Mi marido es el tenor Manuel Sirera. Nos hemos situado en Madrid y desde aquí viajamos a todo el mundo», explica esta mujer que ha estado presente en la creación de varias asociaciones de gallegos en Madrid. Cuando llegó al pueblo de Colmenar, María se enteró de que casi el 25% de sus habitantes eran gallegos y casi todos tintoreros. «Hasta hace diez años el 75% de los tintoreros de Madrid eran gallegos», dice. Allí creó el Centro Gallego de Colmenar y poco después hizo lo mismo en Móstoles. Su experiencia le sirvió para participar en la creación de la asociación de Villalba e ingresar después en la directiva del Centro Gallego de Madrid, presidido por Fernando de Castro.

Como Ovidio, María opina que ya no hay prácticamente emigrantes gallegos en Madrid y que cada vez hay menos morriña porque las comunicaciones han mejorado mucho. Cree que la mayoría de los que llegan no lo hacen porque no encuentren trabajo en su tierra sino porque vienen a desarrollar su labor aquí. Y destaca que lo único que une a los gallegos de Madrid es su deseo de participar en cualquier evento relacionado con Galicia, independientemente de su clase social, su trabajo o su procedencia.