La asimétrica evolución universitaria

Jorge Casanova: Textos C. Quian, X. A. Soler, Ó. Vázquez y Sandra Alonso: Fotos

GALICIA

Siete veteranos profesores reflexionan sobre los últimos decenios de la institución gallega, más democrática y femenina, pero con alumnos que llegan peor preparados

15 mar 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

Frente a su democratización, la entrada masiva de mujeres en las aulas, la tecnología que ha ido variando los métodos docentes y el impulso de la investigación, el fenómeno que más ha marcado la evolución de la Universidad gallega en los últimos decenios, a criterio de varios veteranos catedráticos, ha sido el desdoblamiento de la enseñanza universitaria, con sus pros y sus contras. Más centros y más campus han acercado la Universidad a los alumnos permitiendo etapas de matriculación masiva, solo atemperadas por la crisis demográfica. Pero también han hecho descender la media del alumnado: «La Universidad ha crecido mucho y muy deprisa. Y se ha metido mucho mediocre», admite sin ambages Luis Castedo, catedrático de Química en la USC. «En Galicia tenemos la maldición del tres -reflexiona Luis Caramés, catedrático de Economía también en Santiago-, tres aeropuertos, tres universidades... Hoy nadie volvería a atrás, pero quizás, con los recursos de los que disponemos, hubiera habido alguna fórmula para optimizarlos mejor». Fernando Acuña, catedrático de Arqueología, incide en esa idea: «Houbo unha expansión esaxerada ata o absurdo de triplicar titulacións. Iso hai que reformalo».

Aunque la mirada retrospectiva de estos veteranos de las aulas no siempre es coincidente, la posición más unánime es que los alumnos llegan cada vez peor preparados a los campus: «No hay duda -expone Fuencisla Merino, catedrática de Biología en A Coruña-. Arrastran un déficit desde el bachillerato que tiene que ver con los cambios constantes en los planes educativos, que no priman el esfuerzo. Vienen con la idea de que acabarán aprobando. Porque sí». La cultura audiovisual, dicen muchos profesores, tiene sus problemas: menos lectura, menos esfuerzo, menos tolerancia a las dificultades.

Muchas carencias

En las carencias formativas, los catedráticos subrayan la ligera carga humanística, las consabidas aunque dolorosas faltas de ortografía, una evidente incapacidad de expresión en general y la lacerante laguna del inglés, uno de los mayores lastres para el alumno y cuya mejora a lo largo de estos decenios ha sido tan lenta como inexplicable.

Lo que no ha cambiado es la distancia en clase. Los profesores veteranos constatan que sus auditorios siguen siendo tan pasivos como antes. Cuando el profesor dice «¿Alguna pregunta?», se hace siempre un silencio sepulcral: «A veces, corriges un examen y parece que han copiado todos -lamenta Jorge Teijeiro, decano recién jubilado de Ciencias de la Salud en A Coruña-, cuando en realidad han clavado lo que se ha dicho en clase. Pero no solo hay que memorizar; hay que buscar, dudar, criticar. Y eso no ocurre».

Algunas cosas han evolucionado más deprisa que otras. Los métodos de enseñanza, la irrupción tecnológica que ha fundido en la obsolescencia toneladas de documentos y diapositivas que hoy caben en un lápiz de memoria o en un power-point; el paulatino incremento de las clases prácticas en los planes de estudio y la dilución de las antiguas jerarquías: «Antes, un catedrático era un personaje. Hoy no», resume, Luis Castedo. Una consecuencia de la democratización en las aulas y en los despachos. Con sus cosas buenas y otras criticables: «La ciencia no es democrática», apunta Luis Caramés, «y el modelo de democracia parlamentaria que se importó en su momento a la Universidad tal vez no haga falta en todas partes».

Pese a todo, nadie niega el impulso que han supuesto estos años para la Universidad: «El mayor acontecimiento del siglo XX para Vigo, junto con Citroën», sentencia Luis Espada, catedrático y ex rector de la Universidade de Vigo. «En general, los alumnos salen mejor preparados», dice Andrés Albalat, a modo de resumen de la opinión común. Después de 40 años, lo dramático sería lo contrario.