El entierro del sueño del Falcon Crest del valle de O Salnés

GALICIA

24 jul 2008 . Actualizado a las 02:00 h.

Si Laureano Oubiña se hubiese podido camuflar ayer entre los 300 asistentes a la fiesta que en su antiguo feudo montaron con una estética impecable el Ministerio y la Consellería de Sanidade no habría dado crédito a lo que verían sus ojos. Los viñedos, casi tan mimados como cuando Oubiña ejercía de capataz (o al menos eso decía); la bodega, en plena producción; y el mal llamado pazo y su palomar, casi tan deteriorados como cuando él dejó la hacienda a la fuerza.

Entre los 300 invitados se encontraría con muchas caras conocidas y de otras muchas se preguntaría qué se les había perdido allí. Entre los conocidos, además de Carmen Avendaño, su auténtica pesadilla, uno de los primeros que atraería su atención sería Javier Zaragoza, aquel joven maño que el 12 de junio de 1990 llegó a Baión a bordo de un helicóptero policial, junto a Garzón con el inefable Portabales como perrito faldero.

Tampoco tardaría en reconocer a Carlos Bueren, el hombre que en el verano de 1994 puso en marcha la olvidada operación Santoña, que acabó resultando un auténtico fiasco, pero que, sin pretenderlo, fue la clave para la intervención del pazo. Porque en un registro rutinario del domicilio familiar de los Oubiña en A Laxe (Vilagarcía) habían confiscado el libro registro de las acciones al portador de la sociedad panameña Fashion Earrings, o lo que es lo mismo: el título de propiedad del pazo que hizo posible su intervención judicial.

Tampoco le pasaría desapercibida la presencia de Manuel Ferreiro, actual general jefe de la Guardia Civil, entonces capitán con destino en Pontevedra, quien, en el verano de 1989, dirigió la primera operación contra Oubiña en la que el traficante había perdido los papeles y acabó pasando medio año en la cárcel por intento de agresión a un agente. O Miguel Juane, uno de los administradores judiciales del pazo. Aunque sí echaría de menos a otros como Benito Estévez, Palermo , el gerente que puso en producción una empresa ruinosa.

Si Oubiña se hubiera podido camuflar ayer entre la multitud habría podido ver cómo se enterraba su sueño de Falcon Crest.