Las puertas de acceso al edificio y al piso de la fallecida no estaban forzadas

La Voz

GALICIA

01 jul 2008 . Actualizado a las 02:00 h.

Ya desde un primer momento, en diversos círculos se intuía que en la muerte de Manuela Barreiro había intervenido alguna persona de su total confianza. Todo apuntaba a ello, sobre todo por el hecho de que ni la puerta de acceso a la casa ni la del primer piso, donde vivía la anciana, estaban forzadas.

Algunos vecinos planteaban la posibilidad de que el agresor accediera al inmueble por la huerta de la casa, que da a la calle posterior, Espíritu Santo. El cierre de esta finca es artesanal y, según recordaba Juan Carlos -hijo de la hija del marido de Manuela- había sido hecho por su abuelo, que era mañoso para este tipo de trabajos domésticos. Sin embargo, el hecho de que tampoco hubiera signos de haber sido forzadas las ventanas descartaron esta posibilidad.

La noticia de la detención del sobrino de la víctima cayó como un mazazo en el barrio, donde sus padres son conocidos. Algunas personas apuntaron que el detenido había trabajado como camarero en algún restaurante de la ciudad y señalaron que posiblemente tuviera problemas con las drogas.

Sin antecedentes

El detenido carece de antecedentes penales, según la nota hecha pública por la Policía Nacional. José Manuel G.?P. se enfrenta a entre 10 y 15 años de cárcel por un presunto delito de homicidio, según se recoge en el artículo 138 del Código Penal. El suceso está catalogado como homicidio, ya que, según la legislación española, solo se considera asesinato cuando se produce alevosía, ensañamiento en el dolor provocado para causar la muerte a la persona y cuando se obtiene una recompensa al provocar una muerte. En este caso, no se considera que concurran estas circunstancias.