Unos 200 voluntarios patrullan ya los montes con riesgo de incendio

Xavier Lombardero REDACCIÓN

GALICIA

Avisan rápidamente si detectan fuego, pero no participarán en las labores de extinción Los grupos compaginan puestos fijos y rutas a pie para su labor disuasoria y de vigilancia

06 may 2007 . Actualizado a las 07:00 h.

Unos 200 voluntarios patrullan los fines de semana los lugares de mayor riesgo de incendio a estas alturas del año, conocidos como «puntos quentes» entre los grupos del Voluntariado de Defensa do Monte que coordina la Vicepresidencia de la Xunta. Son once áreas sensibles, fijadas por Medio Rural en función de un índice de riesgo calculado a partir del estado de la vegetación, conflictos vecinales o datos históricos de incendios. «Non vimos en plan policías -explica Agustín Aguete, uno de los coordinadores en Monforte-, vimos colaborar coa xente dos pobos, que nos vexan no monte e collan confianza con nós». El método de vigilancia no es fijo, los voluntarios se reparten en puestos situados en zonas altas, desde donde abarcan mucho territorio, pero otros realizan patrullas a pie entre valles y paran en las aldeas antes de coronar el cordal. Así complementan el propio dispositivo de Medio Rural, inspeccionando la red de acceso al monte y zonas de escape en caso de fuego. Si detectan alguno, avisarán de inmediato por teléfono al 085 o al 112. «Este último sempre ten cobertura -precisa el voluntario melidense Pedro López-, e queda gravada a conversa». Son más los que se apuntan (en el teléfono 900 400 800, antes de las cuatro de la tarde del viernes) que los que aparecen para vigilar desde las diez horas del sábado, pero algunos voluntarios se desplazan en autobús muy de madrugada para este servicio solidario que nació a raíz de la ola de incendios del 2006, y que ha tenido continuidad para tareas de intendencia a las brigadas de extinción, restauración de zonas quemadas y educación ambiental. Desde abril, con su mochila amarilla y enfundados en su chaleco fosforito que los hace muy visibles para paisanos o guardias civiles, recuperaron su función de vigilancia. En Lugo operan dos grupos, el de Os Ancares-A Fonsagrada, que coordina Branca Villares, y otro en Monforte-Chantada-Sarria, que despliegan Agustín Aguete y Fran Fernández. En la mañana del pasado sábado, este grupo abarcaba el municipio de Monforte y lo integraban nueve voluntarios llegados mayoritariamente de Lugo y Ourense,. La vigilancia estática se ubicó en el monte Cornado, desde donde se divisaba casi toda la comarca, y las caminatas partieron del castro de Riaño. Horas críticas Entre la información básica que reciben los voluntarios (no se admiten menores de 18 años y son sobre todo de entre 30 y 40 años, asegurados por la Xunta) está que encontrarán mucha gente mayor, que es la que queda en los pueblos, y les abrirán casa y corazón, pero también cabe recibir algún pique. Paciencia, y a torear con la retranca, es la receta. Otra clave, de índole estadística, dice que el 50% de los fuegos se prenden a la hora de comer o durante la sobremesa, el 20% por la mañana y el 30% al caer la tarde, por eso deberán estar especialmente avizor a medio día, en el cambio de turno de rutas y patrullas. El monte apareció mojado y los voluntarios no esperaban un fin de semana conflictivo. Algunos ya se conocen del año pasado y pueden contar batallas como la que durante días se libró para extinguir el voraz incendio de Paradapiñol, en Quiroga, el que más superficie arrasó en Galicia. Los voluntarios no realizan nunca tareas de extinción. La estudiante Noemí Dovale colaboró cinco semanas el pasado año en los distritos de Forcarei y Monforte; y en O Courel coincidió con Pedro López. No olvidarán el frente de fuego que el viento arrastraba amenazador hacia las casas.