En busca del árbitro perfecto

Iván Antelo REDACCIÓN / LA VOZ

FUTBOL GALLEGO

JOSÉ PARDO

Son sometidos a pruebas físicas exhaustivas, a exámenes de reglas de juego, de redacción de actas y de inglés, y son castigados cuando se equivocan

30 jun 2015 . Actualizado a las 07:40 h.

Ya no hay árbitros con barriga. El gran cambio en el ritmo de juego en los partidos de fútbol a partir de la década de los noventa ha obligado a los colegiados a tener que reinventarse para sobrevivir en el deporte. Ni la propia gente que forma parte del fútbol conoce realmente toda la preparación que en la actualidad deben realizar estos personajes que antaño iban de negro y que ahora lucen múltiples colores.

¿Los colegiados entrenan?

Sí. De hecho tienen una preparación que puede ser comparable a la de cualquier jugador de Tercera División o Preferente. Desde los comités le dan una gran importancia a las pruebas físicas, lo que les obliga a realizar cuatro sesiones semanales con preparadores especializados. Durante los meses de julio y agosto realizan una intensa pretemporada para llegar a tope al comienzo de Liga. Ya no hay tallas XXL en los armarios de las delegaciones. Todos usan la S o la M.

A diferencia de los futbolistas, los colegiados también tienen que estudiar continuamente varias asignaturas para poder seguir dirigiendo.

¿A qué nivel físico deben estar?

Son verdaderos deportistas. Si un árbitro quiere ascender a Segunda División B debe bajar de los siete minutos y medio en la carrera de 2.000 metros (resistencia) y de 6 segundos en todas y cada una de las seis series de 40 (esprint). Para el resto de categorías, el baremo de los dos kilómetros está entre ocho y ocho minutos y medio (el récord de España de atletismo está en 5:56).

¿Cómo son evaluados?

Ser árbitro es casi como estudiar una carrera. Tienen que aprobar muchas asignaturas para, a final de temporada, conseguir una nota acorde a sus expectativas. El 70 por ciento de la misma es fruto de lo realizado sobre el terreno de juego. El trabajo de campo. Los informadores valoran principalmente aspectos como el control del partido, la aplicación correcta del reglamento y el acierto en las jugadas, aspecto este último que ha ganado peso con el paso de los años. El otro 30 por ciento de la nota viene determinada por las pruebas físicas (en Tercera División, por ejemplo, hay dos a lo largo del año), por los exámenes de las reglas de juego (suele haber 3 anuales) y por los controles de inglés, de redacción de actas y de conocimiento de los estatutos vigentes de la Federación Gallega y de la Real Federación Española de Fútbol. Además, hay delegaciones que también puntúan positivamente la asistencia a clase o a entrenamientos. Un cóctel que obliga a cada colegiado a tener que prepararse en múltiples aspectos si de verdad quiere progresar hacia categorías nacionales.

¿Cómo son los inicios?

Si una persona quiere apuntarse al arbitraje, antes de ponerse al frente de un partido tiene que superar un proceso de formación. Lo primero es participar en un cursillo durante tres meses, con una clase a la semana en la que diferentes profesores le explican el funcionamiento del arbitraje. Al finalizarlo, el futuro colegiado debe realizar exámenes de reglas de juego y pruebas físicas. Una vez aprobados, y tras unas clases prácticas sobre el campo en las que se le enseñan a moverse sobre el mismo, empieza a hacer labor de asistente en Ligas Gallegas de infantiles o cadetes, acompañados siempre de árbitros de experiencia. Cuando ya se vea que están preparados, empiezan a ser designados para partidos de prebenjamines. Y de ahí hacia arriba.

¿Ascensos y descensos?

Dentro de cada ámbito geográfico, los árbitros suben o bajan de categoría según tengan las mejores o peores notas. En Primera Autonómica, cada delegación aporta sus mayores talentos y es el CTGA el que decide quiénes dan el salto a Preferente. Lo mismo sucede con el Comité Nacional, en el caso de todos los trencillas de las diferentes Comunidades Autónomas que quieren subir a Segunda B.

¿Hay castigos?

Si fallan en la aplicación de las normas de juego pueden dejar de pitar varios partidos o incluso toda la temporada. La famosa nevera. Si es un error de apreciación no hay castigo directo. También resta puntos para la nota final de temporada redactar mal o a destiempo el acta, las faltas de puntualidad o extralimitarse con comentarios en las redes sociales. Hace años hubo un árbitro sancionado por criticar el fichaje de Carlos Marchena por el Deportivo. Los diferentes comités quieren darle seriedad al arbitraje y por ello se requiere una imagen pública intachable.

¿Cómo se designa?

Los diferentes colegios de Galicia disponen de un programa informático que se encarga de señalizar quién arbitra cada partido. Eso sí, este sistema dispone de la posibilidad de introducir parámetros de recusación de un colegiado hacia un club en el que haya actuado como futbolista en épocas pretéritas o para que no pite al equipo de su pueblo.

¿Edades?

Cada vez se busca que sean más jóvenes. No se puede arbitrar con más de 45 años y es necesario tener menos de 30 para optar a subir a Segunda División B.

¿Cómo se organiza el arbitraje gallego?

El Comité Técnico Gallego de Árbitros tiene nueva cúpula directiva. Fernando Iglesias cuenta con tres vicepresidentes (Jorge Fojo Rodríguez, Eduardo Rodríguez Martínez y Ramón Arís); dos vocales (Carlos Pérez y Bernardino González Vázquez); y un director deportivo (Julio Amoedo Chas). El CTGA se encarga directamente del arbitraje de las categorías de Tercera División y Preferente; pasando de Primera Autonómica hacia abajo a depender de cada una de las siete delegaciones (A Coruña, Ferrol, Santiago, Lugo, Ourense, Pontevedra y Vigo). Cada Delegación cuenta con un delegado, un coordinador de los informadores (encargados de puntuar a los colegiados) y un responsable de designación. Santiago tiene además las subdelegaciones de Lalín y Boiro; y Lugo las de Viveiro y Monforte.