«Es maravilloso interpretar a alguien que está a centímetros de la locura»

TEXTO: MARÍA ESTÉVEZ

FUGAS

Estuvo preparándose durante cinco meses para intentar que sus manos se movieran como las de un genio de la escultura. El actor francés, uno de los grandes de la escena europea, no quería fallar en una de las películas en las que más se ha implicado, «Rodin»

31 ago 2018 . Actualizado a las 05:05 h.

Lindon se convierte en el famoso escultor a las órdenes de Jacques Doillon, que ha preferido centrar la película en su relación con su joven asistente Camille, interpretada por Izia Higelin, más que en sus logros como artista. La condición humana, la vida y la muerte, los métodos de escultura se sacrifican en torno a la relación carnal de los protagonistas.

-«Rodin» es una gran apuesta personal. ¿Por qué además decidió producirla?

-Jacques Doillon, con quien hace diez años tuve un proyecto que no llegó a llevarse a cabo, me llamó y me dijo que quería hacer un filme sobre Rodin y que solo yo podía interpretarlo. Es más, se atrevió a asegurar que si me negaba no haría la película. Luego me mandó unas cincuenta paginas del guion, las leí y accedí. Yo me encargué de encontrar un productor y un distribuidor y por eso aparezco como productor.

-¿Qué le exigió el papel?

-Lo primero que pensé fue en la escultura. Me preparé durante meses para tener cierta habilidad con los dedos. Estuve aprendiendo a esculpir cuatro horas diarias durante cinco meses. Yo veo dos Rodin. Uno en público y otra en privado. El Rodin que está en su estudio y el que presenta la obra. Son dos tipos distintos. En público es modesto y no quiere llamar la atención. Quiere que le dejen solo trabajando. Dentro de su estudio tiene otra forma de ser, más serio, más autoritario, más fuerte y en control de su carácter

-¿Rodaron muchas escenas en el estudio de Rodin?

-Sí. Ese fue un aspecto muy importante de la película. Deseábamos filmar en la habitación de Rodin. Nos permitió soñar a todo el equipo. Podíamos ver los mismo arboles que él veía, sentarnos en su mesa, observar los campos de Meudon (a las afueras de París). Ha sido una experiencia fascinante. He sentido la presencia del artista en esta fascinante aventura. Como cuando recibí el premio a mejor interpretación y sentí la compañía de mis padres.

-Este es un retrato benévolo del artista, nada que ver con «La pasión de Camille Claudel» de Bruno Nuytten.

-Hemos contado su vida. No hemos querido destruir a Camille, pero tampoco a Rodin. Ella trabajó durante mucho tiempo en el estudio, utilizó sus tierras, su mármol, sus estudiantes. Creo que hemos hecho justicia presentando el personaje desde una perspectiva más ambigua.

-¿Por qué la trama de la historia de centra tanto en la estatua de Balzac?

-Porque fue el trabajo de toda su vida. Hay un antes y un después de Balzac. Tuvo muchos problemas con esa escultura. Se rieron de él, pero es el comienzo de la escultura moderna. Antes de Rodin, los escritores esculpían sentados en una silla con tinta y pluma en sus manos. En este caso, Balzac aparece desnudo con grandes testículos.

-¿Le ha cambiado en algo este personaje?

-Por completo. Me fascina la escultura. Este filme me ha permitido cultivarme. Cuando te preparas para ser Rodin, lees a Rainer Maria Rilke y a Stefan Zweig, estudias a Monet, Cézanne, Mirabeau, Zola y Clemenceau, que vivió exasperado por Rodin. Para cualquier actor es maravilloso interpretar a alguien que está a unos centímetros de la locura.

-¿Es una de sus mejores actuaciones?

-Esta es la primera vez que me siento pequeño frente a la inmensidad de mi personaje. En casos anteriores he dado vida a hombre que se comportaban mejor o peor que yo, pero no había tanta diferencia. En este caso no tengo nada de Rodin, su arte y su talento pertenecen a la historia y yo soy muy consciente de mis limitaciones.

-Deja de lado los personajes de clase media para convertirse en el gran artista.

-Me quedo con esa frase como un cumplido. Vengo de una familia burguesa, casi aristocrática, y me gusta interpretar al hombre normal, al trabajador, por su honestidad.